miércoles, noviembre 07, 2007

EMPAREDADO A LA COLOMBIANA



Si bien el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, define emparedado en su segunda acepción y en sentido figurado, cómo la lonja pequeña de jamón u otra vianda fiambre, entre dos pedacitos de pan, y María Moliner, como la carne puesta entre dos trozos de pan, sabemos que es el equivalente a sánduche.
He revisado de manera rápida las múltiples formas, en diferentes culturas, para hacer un emparedado, las diferencia poco।
A algunos les gusta con salsas y aderezos, a otros por el contrario les gusta simple. Hay quienes le ponen tomate, cebolla, lechuga y queso. Lo sazonan además con salsas de tomate y mayonesa, cuando no con mostaza.
Pues bien, Colombia tiene como país comportamiento de emparedado.
De un lado, un pan bien elaborado que representa el Estado. Al establecimiento no le faltan en su pan, lo que se asemeja con los puntos de ajonjolí, que entre nosotros son el para-estado, los organismos de guerra, que sirven según dicen, para defendernos con algunos picantísimos gránulos de lo que llamamos paramilitarismo.
Al otro lado se encuentra un trozo de pan, no menos grande, con todos sus componentes que representan la insurgencia, supuestamente revolucionaria, con sus siglas poli-fonéticas que no alcanzan a ser palabra: EPL, ELN, FARC. Tienen también a su lado como extras prominentes su ajonjolí: los marginales y la delincuencia común.
En el medio y al estilo de una hamburguesa doble carne, se encuentra un gran trozo de la misma, bien molida y compactada, que le sirve de alma y que representa a la sociedad civil.
Tenemos así el EMPAREDADO COLOMBIA, grande provocativo, suculento, hecho por el mejor cocinero, pero manejado por el peor mesero. ¿Quién no conoce este sánduche?. Lo conocemos todos y conocemos también lo que nos pasa en Colombia por tener comportamiento de hamburguesa.
Conozco personas que para comerse el emparedado le quitan de una vez la cebolla. Inclusive aquellos que le quitan el tomate y la lechuga. He visto en algunas ocasiones el sofisticado que le quita el pan, pero jamás he visto a alguien que le quite la carne. Porque un emparedado que se come sin carne es como el que se toma de una gaseosa, la tapa y el frasco después de vaciarle el agua tinturada y azucarada de que se compone.
Colombia tiene una violencia sin fin. Tiene además falta de una verdadera estructura democrática seria, falta de un gobierno que tenga un líder que no sea de pantalla y que tenga las riendas, menos bigote y mas capacidad de mando. Tiene una dirigencia política deshonesta; unos industriales que no lo son menos, que vean, no solo la utilidad neta de su negocio, sino la función fundamental de su razón de ser, que es la de generar empleo y con este el bienestar de la población capacitada para el trabajo. Unos gremios a los que les faltan intereses superiores y que se limitan a su conglomerado. En fin, a Colombia le hace falta un sector productivo que entienda que el objetivo no es solo producir para llenar el bolsillo de minorías, sino para producir redistribución de riqueza, para no continuar con la estúpida idea con la que hemos sido gobernados, de ampliar la brecha y usar el rasero de la pobreza como índice de nuestra aparentemente bien manejada situación।
Porque en Colombia la política y la guerra con sus actores en extremos opuestos, pero guerreros todos, se comen este emparedado quitándoles el pan y las verduras que envuelven la carne, para comerse solo la carne. Es por eso que en la confrontación fratricida que vivimos los muertos los pone la SOCIEDAD CIVIL y Colombia es un campo santo embadurnado con la sangre derramada por miles de ciudadanos inocentes, que sin ser parte del conflicto, reciben toda el peso de la artillería de esta guerra, de soldados de plomo y de la insurgencia cruel que nos mantiene en el fondo, como la cloaca internacional en lo referente a respeto a los Derechos Humanos y a la vida।
Solo la capacidad de reaccionar en el principio, a la manera de Gandhi en la India o de Martín Luther King, con los afro-americanos en Norte América, podremos derrotar a los violentos, que no siendo mayoría, aplastan el coraje y la vergüenza de un país entero, produciendo dolor interno y vergüenza internacional.
...Porque la guerra no la ganará nadie y si la perderemos todos...



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