viernes, junio 13, 2008

EL CIRCO DE URIBE




Descubierto habéis la caca

con las cacas que cantáis…
Quevedo 
(cacofonía contra Góngora)

Estamos en la última edición del circo Colombia. Payasos que aparecen como Santos, por montones. Payasos convertidos en maestros de ceremonias. Ceremonia circense, con la carpa rota, vuelta añicos por los tejemanejes indecentes de la política.
Somos testigos de esta obra refinada de malabarismo político uribesco, para ganar votos a cambio de impunidad. No tiene importancia alguna la verdad, para políticos que jamas la han dicho. La reparación es una comedia de circo de pueblo, con parapsicólogo de cabecera. Los criminales no pueden premiarse, con el olvido, eso sería herir de muerte la conciencia de los que todavía creen en la libertad.
Ni Uribe con sus discursitos en diminutivos, confianzudos, bobalicones y exagerados, podrá detener la avalancha de la verdad. A él le gusta hacer payasadas muy populares, pero poco importantes para solucionar nuestros conflictos. Ní esa verdad destrozada por Uribe y por el uribismo, con ese olímpico desdén con el cual quieren tapar la verdad de la verdad, escondiéndola para que no se note, utilizando la hipnosis de los tan promocionados como inútiles consejo comunitarios con el presidente y su séquito de áulicos y bufones de corte.
Ni el mensaje profundamente tonto y equivocado de Santos, con el cual le quiere decir a la gente y dejar en el inconsciente colectivo, que el crimen si paga, que será recompensado con muchos dólares. Ni la paz falsa, construida en batallas ganadas por generales a los que no les caben las condecoraciones en esos uniformes de gala y verde, llenos de escudos que simulan soles, con los que juegan unos juegos de guerra, que ellos juegan desde el palco, sin arriesgar la vida.
Nada de eso podrá cambiar el curso de nuestro país violento al abismo, mientras esos políticos y sus cortesanos, no tengan la sensatez de atacar los problemas allí en donde ellos se originan. No es como cree el burócrata simplón, que funge de Ministro del Interior, de apellidos Holguín y Sardi, salido de una de las mas corruptas colectividades políticas de la Colombia de hoy, para decirnos enardecido, con esa agitación propia de los fanáticos mas retrógrados y conservadores, que hay que exterminarlos. Ese ministro no ha entendido, y no va a entender, porque no tiene ni el cerebro, ni el corazón con los que pueda entenderlo, que la justicia es lo contrario del exterminio propuesto por ese insensato. El exterminio por ejemplo, fue utilizado por los nazis, para exterminar un pueblo y “depurar” una raza de bárbaros.
El hambre hay que atacarlo con el mismo vigor que emplean para la guerra y sus victorias pírricas, pero luchando por poner alimentos en la boca del niño o del anciano que no prueban bocado, con programas sostenidos en el tiempo, de alimentos de primera, sin contenido en plomo, que solo ha servido para que los colombianos tengamos la tragedia de miles de compatriotas sin vida, intoxicados con ese metal. Un país menos digno, pero mas aplomado, máxima expresión de la Seguridad Democrática.
El analfabetismo y la discriminación social, no se corrigen contando trenzas para hacerse el amigo, ni con promesas incumplidas, esas que ha hecho por todos los rincones de Colombia el presidente. Eso solo se corrige garantizando a todos los niños el cumplimiento del deber constitucional y el derecho que tienen, de asistir a las escuelas, a los colegios y a las universidades. Esa guerra solo dejará sangre inútilmente derramada, mientras las causas de la guerra no se combatan. Una de ellas, es el incumplimiento de la ley que obliga a educar a todos los colombianos.
El desabrigo se combate con el derecho a una vivienda digna, a un techo que sea refugio y que les de sentido de pertenencia. El desarraigo, se combate garantizando la devolución de las parcelas que les arrebataron y devolviéndolos a su vida en el campo, sin contagiarlos con esa violencia que políticos, paras, guerrillos y delincuentes, siembran por doquier, como si en la guerra se les diera la mejor opción para la sustitución de cultivos, cambiando los alimentos por el sembrado de minas quiebra-patas, plantaciones ilegales y glifosato.
En fin, esos políticos son tan insensatos que quieren vender la idea de que hay muertos muy buenos y muertos malos y muy malos. Que hay violencia buena y violencia mala y violencia muy mala. Este presidente, estos ministros, estos congresistas, suena redundante, pero son mas mentirosos que un político.
Los violentos son violentos donde quiera que se encuentren, no importa que estén o no, del lado de la institucionalidad. Por cuenta de esas políticas de seguridad democrática, que no es segura, porque la violencia continua, y que no es democrática, porque las democracias solo han sido seguras, cuando se apuntalan en la justicia social, tenemos el terreno abonado para continuar esa guerra fratricida e inútil, despiadada y cruel por muchos años.
Colombia necesita mas sensibilidad y menos fanfarria. Un presidente que sea capaz de conducir una recua, sin que importe que no sea un chalán, como esos que se formaron en las caballerizas y restaurantes de la Margarita del 8 A, que montaban muy bien a caballo, pero eran unos violentos de miedo, que ayudaron a envenenar con su narcotráfico, medio mundo y media Colombia, para poder tener los mejores cuadrúpedos al servico de los bipedos sin alma que los montaban.
Colombia necesita un presidente que hable menos, gastae menos en publicidad y se ahorre los repugnantes diminutivos. Que no haga ese show semanal en el que lo único que se consigue, es propaganda pagada por los contribuyentes, para mantener el régimen.
Colombia necesita una mano amiga, no una mano dura. Necesita un corazón que se conduela de sus compatriotas y que se preocupe por los millones de colombianos desprotegidos, mucho mas que un corazón que duro o blando es insensible a la suplica de los desposeídos.
En fin necesitamos barajar y repartir de nuevo, porque si los que están ahora van a ser remplazados por sus mejores alumnos, cuando no por sus hijos, sus hermanos o sus primos, entonces, la esperanza se acabó y la posibilidad de una Colombia digna esta arrasada.