BIENVENIDAS A LA LIBERTAD.
PERO FALTA LA LIBERACION DE TODOS LOS OTROS SECUESTRADOS.
PERO FALTA LA LIBERACION DE TODOS LOS OTROS SECUESTRADOS.
La noticia de la liberación de Clara Rojas y de Consuelo González, nos llena de alegría pero no de optimismo. Volver a la libertad después de tantos años en las que fueron mantenidas en cautiverio por las denominadas fuerzas armadas revolucionarias de Colombia, les da la oportunidad de recomenzar a vivir, después de haber perdido todo ese tiempo vital de manera tan mezquina e infrahumana. Nada podrá justificar el secuestro, cualquiera sea la razón que esgriman o la justificación que les sirva de disculpa.
El secuestro es un crimen infame. Es como poner a una persona en estado de muerte en vida, alejada de todo, sin afectos, sin contacto con la realidad, pero enfrentada al dolor y a la indiferencia de los plagiarios, que no tienen la mas mínima compasión, ni el menor resquicio de sensibilidad dentro de su inventario personal.
El secuestro, cualquiera sea la explicación o justificación que se le quiera dar, es un crimen infame que burla todas las normas de convivencia establecidas entre los seres humanos. Quitarle la libertad a un ser humano contra su voluntad, sin haber cometido falta o estar pagando pena, es simplemente someterlo a una tortura en vida, en la que nadie puede ayudarlo, porque el secuestrado, en su soledad y su aprisionamiento, pierde contra su voluntad todo contacto con la realidad y con la cotidianidad.
Las liberadas no tendrán la suerte de Araujo, que pasó por cuenta de su horroroso secuestro, de los líos de Chambacú a la Cancillería. Tampoco estarán para recorrer el mundo como Pinchao, que va de un lado al otro, en traje de policía, haciéndole propaganda al gobierno que dice lo liberó, cuando la verdad, el se les escapó, sin que nada tuviera que ver con eso, ni la inteligencia militar, ni el gobierno, ni la guerra en que estamos enfrascados.
Pero eso no importa. Ellas están al fin libres y ellos también. Dejan atrás el cautiverio al que las tenía sometidas ese grupo de violentos, que en aras del terrorismo y del negocio de la droga y la extorsión, cambiaron todo lo que algún día dijeron fue un ideario político, por una vergonzosa fuente de ingresos, adquiridos además del narcotráfico, con el ataque aleve, con el terror que siembran en las regiones, con el miedo que generan entre las poblaciones que los ven pasar como una maldición que no merecen. La libertad es para ellas un renacer.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, son de Colombia, son armadas, pero no son revolucionarias, ni interpretan la fuerza de la razón. Hacen alarde por el contrario en ese imperio de la estupidez, de una brutalidad convertida en fuerza, y de una crueldad llevada a su máxima expresión y ejecutada con una frialdad aterradora,
Los colombianos estamos hastiados con ellos. Nos producen nauseas e indignación, nos avergüenzan en todo el mundo. Esa guerrilla sin idearios reales, sin verdaderas razones que justifiquen su existencia, es una guerrilla naftalínica que se convirtió en una tropa desalmada de hombres y mujeres, que viven del dolor de una nación a la que aterrorizan y flagelan. Esos miserables con familiares libres en muchos rincones de Colombia, tarde o temprano pagarán la infamia a la que han sometido a todo un pueblo y la crueldad que han tenido con los colombianos que han sido victimas de sus secuestros, crímenes o extorsiones.
La propuesta del presidente vecino es indecente. Colombia no puede por cuenta de países que siendo amigos, actúan como enemigos, y que siendo hermanos, actúan como desconocidos, convertir a los terroristas de las FARC en grupo beligerante. Eso sería premiarles todo el horror que han sembrado en Colombia. Nos tendríamos después que sentir avergonzados con los miles de secuestrados y los miles de muertos inocentes, que este grupo de asesinos han ido dejando por todos los rincones de Colombia, sin que les haya importado alguna vez el clamor unánime de un pueblo, que angustiado suplicaba piedad y compasión.
No podemos tolerar la deshumanización del conflicto armado, hasta el punto de olvidar todos los crímenes cometidos por esos falsos revolucionarios que se auto adjudican el nombre de fuerzas revolucionarias de Colombia, cuando al revisar la historia de sus ejecutorias, no se encuentra mas que una estela de crímenes de lesa humanidad, cometidos al amparo del poder sin límite que con violencia y con terrorismo lograron adquirir.
¡Que nos muestren una sola reforma que hayan logrado hacer! ¡Que nos muestren un solo cambio que hayan introducido, para mejorar las condiciones de vida de los colombianos de las zonas rurales o urbanas! ¡Que nos muestren un ejemplo de algo que haya sido positivo en su medio siglo de terror y de barbarie! ¡Que nos muestren una sola reivindicación que haya servido para mejorar la vida de los mas desfavorecidos en Colombia! ¡Que nos muestren una sola acción con la que hayan contribuido a construir un país digno y decente! ¡Que nos muestren una sola acción que hayan ejecutado en favor de los colombianos, y que represente hoy una ventaja que antes no teníamos! ¡Que nos muestren un solo logro en las reivindicaciones sociales de los mas pobres! ¡Que nos muestren una sola acción decente que hayan realizado para favorecer al pueblo colombiano! ¡Que nos muestren una sola campaña llevada a la práctica, que haya cambiado para bien, el destino de todos los campesinos de Colombia! ¡Que nos muestren una sola contribución que se les deba para la construcción de un país mejor! ¡Que nos muestren una sola acción en la cual hayan usado los argumentos de la razón y no los de la violencia!
Mientras esos hombres y mujeres convertidos en alimañas, sigan sembrando el terror en Colombia; mientras mantengan un solo secuestrado en sus manos, no existirá la posibilidad de hablar de paz. Porque la paz no se puede construir sobre los cimientos de una fuerza revolucionaria demente y criminal, que se escuda en el sufrimiento sin límite de todos los colombianos que han sido sus victimas.
Qué son entonces las FARC? Por ahora, unos Farsantes Asquerosos de Retorcidas Conciencias