martes, febrero 12, 2019

REPENSANDO EL COTIDIANO
LOS CANDIDATOS: LA NUEVA PLAGA

Flavio Restrepo Gómez
Twitter: @FlavioRestrepo

                  Hablo de los candidatos  a Representantes  a la Cámara. La política, no cabe duda,   es un arte noble, degradado a la  categoría de negocio perverso, por aquellos que encontraron en ese grupúsculo de indecentes privilegiados (con excepciones que confirman la regla, valga la pena decirlo), que no merecen esos privilegios y que convirtieron en un filón inagotable, en el que encuentran: dinero, contratos,  recomendaciones  y padrinazgos. Una cámara de gazmoños
                  Que un Departamento como Caldas tenga cerca de 56 aspirantes a ocupar ese cargo, habla  bien claro, de lo  jugoso y rentable que es el negocio. Una “pirámide” construida  sobre los endebles cimientos  de honores inexistentes, merecimientos nulos e intereses  culos.
                  Pero tiene que ser muy buen negocio, aunque sea levantado sobre principios  muy malos y  pedestales endebles, para que tanto estúpido, tanto  vivo, tanto  aprovechado, tanto oportunista, tanto cretino con ínfulas de poder,  se lance a su conquista e invierta  no poco dinero, a perdida si se suman los salarios que  van a recibir, porque saben que  recuperaran con intereses de usureros, multiplicada por mucho su inversión. 
                  ¿Cómo?. ¿De Dónde?. Pues de las maniobras poco decentes, muy deshonestas e indecorosas  que caracterizan a la mayoría  de  los que allí se reúnen, convirtiendo los recintos  del Parlamento, en una  cloaca llena de deshonor y pestilencia. 
                  Que no nos vengan  ahora con el cuento chino de  que los mueven intereses  limpios. No hay en esa corporación, miembro que no tenga un gran “rabo de paja”, que se quemaría  rápidamente, si expuesto a la candela. 
                  Pero en este paraíso de delincuentes de cuello blanco y de sepulcros blanqueados que tenemos en la Colombia política, nada es peor, todo puede hacerse sin escrúpulo alguno, con las manos manchadas y las conciencias negras. Eso, porque no es requisito  para acceder a esa posición, ser honesto, trabajador, honrado y transparente. Se necesita  ser malabarista, tener formación en magia, para que no se note lo que hacen con las manos, ni sean evidentes las trampas. Trances con los que pasan de anónimos, sin  que puedan ser sometidos al  escrutinio público, que si lo  fueran, serían descubiertos y castigados con muerte política e inhabilidad eterna.
                  No  solo son los cincuenta y tantos de Caldas, son casi todos los que inundan Colombia. Además son cínicos y dan saltos de rana, pasando de partido en partido sin dárseles nada. En definitiva, nada le puede dar,  a quien carece de principios y no tiene, ni escrúpulos, ni vergüenza. No se ruborizan, no sienten pena, carecen de la posibilidad del remordimiento y tienen agilidad sin par para el engaño. Esos defectos en las letrinas  de degradación política y de desprecio por lo público, son los extravagancias  nauseabundas que se  necesitan para llegar  a esas posiciones. Que le vamos a hacer, es parte de nuestro cotidiano. No hay retenes, ni peajes, solo hay   formas de disimular para pagar  sobornos, comprar conciencias, hacerse a complices o subyugar incautos. 
                  ¿Cuándo tendremos la capacidad de demostrar el poder real que tiene el ciudadano que elige? ¿Cuándo haremos valer la importancia que  tiene el ciudadano, como el que manda y no como el que obedece? ¿Cuándo nos sacudiremos de esta camisa de  fuerza que nos han impuesto, para poder manejar el país a su antojo? ¿Cuándo, unidos todos, nos sacudiremos  de este estado de villanía en  que vivimos y  les demostraremos el valor que tiene un pueblo que este dispuesto a poner contra la pared a los que encargados  de manejar lo que es de todos, se adueñan de los recursos de la gente y se enriquecen escondiendo  los capitales a los que se hacen robando, sobornando o exigiendo “tajada” en su labor deshonrosa?
                  Solamente cuando tomemos la determinación  de  no permitir que la política sea el mejor negocio del mundo, compitiendo con deshonra con el narcotráfico y la trata  de personas, los haremos entender que son empleados  de nosotros; que  por caros que nos salgan, nos tienen que rendir cuentas. Que no pueden robar impunemente. Que  no pueden tener honores que no merecen. Que no pueden hacerse a fortunas  de  mano de la impunidad e indiferencia de  un pueblo adormecido, que  acepta sin queja, las condiciones que ellos establecen y las trabas con las que legislan, con leyes que ellos hacen para que no sean investigados fácilmente, para poder salir impunemente de  sus actos deshonestos y sus  actividades sucias.
                  Es hora de despertar y vigilarlos con lupa. Que sepan de una vez por todas que estaremos al acecho, que los cazaremos como a moscas, cuando osen pisotear el honor y la dignidad que es de todos los colombianos. No podemos permitir mas impunidad. No podemos aceptar mas deshonra. Es hora de comenzar a limpiar esa olla podrida, ese “Bronx” en que han convertido nuestra institucionalidad. Tenemos que tratarlos sin contemplaciones, como a las verdaderas raposas que son, someterlos al escarnio público y a la acción de una justicia que tenga suficiente fuerza  y no complicidades, para castigarlos  en forma ejemplarizante.
                  Si no comenzamos a hacerlo ya, si no denunciamos sus desmanes, si dejamos en silencio que  utilicen testaferros y cómplices, si permitimos que queden en  el silencio  y el anonimato, ellos acabaran con los restos que nos queda de dignidad, con lo poco que nos queda de  Patria. ¡No tienen derecho!

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