viernes, noviembre 14, 2008
POR LA SALUD DEL MAGISTERIO. QUIÉN DA MAS?
La contratación de los servicios de salud del magisterio en Colombia se han convertido en una maraña de corrupción, en la cual los maestros, ajenos a lo que pasa en las mesas de negociación, no saben que para las adjudicaciones se mueven millones de pesos. Eso no seria un problema mayor, si no fuese porque en esas negociaciones hay mas intereses económicos de los que un desprevenido pueda pensar y porque pone en evidencia el grado de corrupción que ha permeado todas las instancias de nuestra sociedad, sin excluir el gremio de los que suponemos están para formar a nuestros niños y jóvenes. Pero entre ellos especialmente los que han sido elegidos como representantes del sindicato del magisterio, que son los que terminan negociando con las empresas o uniones temporales que les ofrecen el servicio, la corrupción ha hecho aguas.
Como con casi todos los dirigentes de los sindicatos, las cosas suelen ser turbias y los intereses mezquinos. Es una verdad dolorosa, esa de que la gran mayoría de los lideres sindicales son mas corruptos que un político. Y eso ya es mucho decir.
Don Daniel Gómez, como le decían desde que comenzó su preparación para ser maestro, me contaba que era una vergüenza saber que los intereses de los sindicalizados del magisterio, están en manos de unos dirigentes que ellos mismos nombran y que utilizan esos puestos, eso decía el, solo para enriquecerse y ganar mucho dinero en las negociaciones de convenciones colectivas de trabajo.
Pero me decía que lo que mas lo indignaba, era la forma en la que muchos de esos dirigentes sindicales, venden sus votos y son determinantes para que los contratos de salud del magisterio queden en manos de empresarios que los llenan de dadivas y de prebendas, a cambio del voto favorable y la defensa férrea de sus sociedades contratistas. Me decía que eran muchos los millones de pesos con los que les compraban la conciencia. Aseguraba que no sabia quien era mas indigno, si el miserable que pagaba por el voto o el miserable que lo vendía. Yo opinaba que si así era, los dos eran igual de miserables.
Que algunas empresa utilicen prácticas corruptas para hacerse a una contratación, no es cosa que sorprenda a alguien. Que los dirigentes sindicales no estén preocupados por el bienestar de la gente que representan, tampoco puede sorprendernos, en un país en el que la corrupción es vista como una virtud de vivos y un negocios de inescrupulosos, que se aprovechan de los encargos que les han dado, para venderse al mejor postor, en el verdadero juego de la prostitución de todos los valores y de la subversión de todos los principios.
El poder acumulado por algunos lideres sindicales, solo les sirve para tener un precio caro por sus realizaciones baratas, con el cual la contraparte, aquella interesada en ganarse las contrataciones, pueden comprarlos para que apalanquen los negocios y se ¨ganen¨ en aparente, pero falsa franca lid, los contratos. Uno no entiende de donde salen los lujos, los carros costosísimos, la proliferación de oropeles y pertenencias que tienen algunos de estos sindicalistas, elevados a la condición de vende-sindicatos.
Es una desgracia para los maestros, me decía Don Daniel, saber que alguien que alguna vez fuera un congresista, sea hoy uno de los mas grandes empresarios de esta salud protituida y con precio que tenemos en Colombia, y que para ese negocio sucio se utilicen todas las formas de corrupción imaginables. Eso no es sorprendente, si tenemos en cuenta el grado de corrupción del que han hecho gala tantos de esos que ayer y hoy han sido llamados padres de la patria.
Pero mas desgracia, se quejaba, es saber que ese mismo ¨empresario¨, es un patrocinador fortísimo de un partido que con el apelativo de Democrático, se creó exactamente con el supuesto de combatir la corrupción, que era y sigue siendo tan propia y afecta a los políticos tradicionales. Quejándose me decía, que la política como está concebida en Colombia, no pasa de ser una herramienta de poder, que tiene precio, que es corrupta y que se disfraza de limpia, cuando la base de sus prácticas son un pozo séptico, en el cual, uno puede ver reflejadas todas las purulencias de un sistema político que no tiene ni control, ni controladores. Eso dice Don Daniel y no le faltan razones.
Continuo diciendo, lo que se esta vendiendo por parte de algunos lideres sindicales y comprando por los caballeros de industrias de la salud en Colombia, es nada mas y nada menos que ese principio fundamental al cual tenemos derecho los maestros. La razón por la cual hay quien la compre y quien la venda, es porque es un negocio inmensamente grande, en el que pocos se enriquecen a costillas de la plata de la salud de muchos.
A los médicos esto no les importa. La profesión médica se ha convertido por la indiferencia, en una simple mercancía que sigue reglas de mercado de oferta y demanda. Quién da más? Alguien da más? El resto parece no importar a un gremio que si fuese unido y hiciera valer su condición de ejecutor y no de intermediario, podría ser poderoso, pero que preocupado por una guerra de puestos y puesticos, no tiene hoy participación activa importante en su ya lánguida y desprestigiada unión de cuerpo. Eso que hace que los grupos sean fuertes y que es una falencia en nuestro sistema de formación médica.
En fin, terminó Don Daniel, los maestros tendremos que someternos nuevamente durante unos meses a los desplazamientos forzados, a tierras y ciudades que nos son desconocidas, trasladados en pésimas condiciones, mantenidos en otras ciudades en hospedajes de mala muerte, porque en el negocio de la salud es mas barato hoy desplazarlos Valle abajo, que prestarles atención en su lugar natural de atención, que tendría que ser, para los maestros de este departamento, la ciudad de Manizales.
jueves, noviembre 06, 2008
A TODO SEÑOR, TODO HONOR.
Para quienes leemos el periódico de casa todos los días, no deja de ser sorprendente la ausencia en las últimas semanas de uno de los mas brillantes articulistas del diario. Hablo de Antonio Mejia Gutiérrez. Si, su ausencia produce sorpresa y añoranza. Esa rara mezcla de melancolía, cuando una vena inagotable, deja de escribir y no puede expresar sus opiniones, lucidas todas, independiente de cuanto o no estemos de acuerdo con ellas
Uno podía estar o no de acuerdo con lo que escribía Antonio, pero no puede dejar de reconocer la lucidez mental con la que escribió durante años. Sus columnas, desde ¨La cueva del Oso¨, eran verdaderos refrescos intelectuales, en medio de tanta basura escrita en los periódicos de Colombia.
Antonio ha estado enfermo y por esos inconvenientes mayores su pluma esta en reposo, esperemos que vuelva a la cotidianidad, para que podamos leerlo y estar de acuerdo con el, o controvertirlo si es del caso. Pero su ausencia es notoria y le hace falta al periódico. Muchas veces he tenido discusiones con Antonio. Las discusiones las hemos tenido a golpe de pluma, no hemos utilizado los golpes bajos y desleales que son hoy tan frecuentes entre periodistas de verdad y columnistas de mentiras.
Nos hemos dado golpes fuertes, golpes de los cuales sin embargo, siempre pudimos levantarnos sin heridas incurables y sin rencores. Esas diferencias en las opiniones que tuvimos muchas veces, no me son obstáculo para reconocer la riqueza de su lenguaje, la excelencia de su prosa, la riqueza de su experiencia académica y de su profunda y basta cultura, arraigada en lo mas profundo de nuestras raices y nuestro medio.
Hablaba como ninguno de los caballos, elevados en su prosa a la condición de nobles corceles que como el Pegaso o los centauros de la mitología, son tratados mas allá de su condición de simples equinos. El les daba vida, tratándolos como sus iguales, eran los cuadrúpedos superiores. No hablaba de los costosos caballos encarecidos entre mafiosos y narcotraficantes, sino como compañeros y amigos fieles del hombre, que le producen muy profundas alegrías y le arrancan todos los elogios. El los ama, los describe con una singular belleza y les da un carácter noble, que le permiten a uno, imaginarlos distinto a lo que son, con un halo de magia salida de la majestuosidad de una pluma privilegiada por una inteligencia superior.
Defensor de los menos favorecidos, enemigo de las injusticias, acérrimo adversario de todo lo que fuera en contra de esta cultura egoísta tan propia a la región que habitamos y de la raza que nos caracteriza aqui y allá, donde quiera que estemos, sin importar cuan importantes o desconocidos seamos.
Antonio deja para la memoria, una basta producción de todas las reflexiones salidas de su manera de ver la cotidianidad, de la indignidad que sentía como propia, cuando expresaba la indolencia con la que actuamos como individuos con nuestros vecinos, con nuestros hermanos, con nuestros amigos, con nuestros conocidos. Se dolía de la injusta con los niños abandonados en la calle, de las trampas esgrimidas con disimulo e hipocresía por los politiqueros y sus lacayos, de los desfavorecidos del régimen, de los olvidados por el establecimiento, de los desposeídos, de los pobres, de los sin voz pero con voto. Se dolía con las arremetidas de los violentos,
Antonio creía en la discusión civilizada como el arma con la cual uno debe enfrentarse a los contrarios para debatir las ideas y hacer evidentes las diferencias de opinión, en una sociedad adormecida, anestesiada, hipnotizada, preocupada siempre por el bien particular por encima del bienestar general.
Porque La Patria en particular y la ciudad en general, pierden a uno de sus mejores articulistas, quiero hacer mías las palabras que un día dijera Rafael Gutiérrez :
SI ACASO ES TIEMPO…
¨Gracias, compañera, por haber rescatado mi corazón cautivo en la maldita región de la bruma, acaso solitario vicio de mirar por el ojo de una caverna,
Gracias por esta ventana abierta al viento, por esta victoriosa amapola, por esta palabra ahora cobijada y ayer apenas flotando, sin tregua y sin mañana, como un tronco viejo deriva debajo de la esperanza.
Porque ahora este mundo que habito (acaso también el tuyo y el de todos) es una pequeña sala en la que solemos conversar sobre el diario quehacer del sueño, sobre el siempre necesario bálsamo del verso y la lluvia y la primavera, en torno a esa colectiva pregunta cotidiana que nos ocupa y a la que damos respuesta día y noche quizá absueltos o condenados, dispuestos a ser cada uno, según nuestra propia corona de espumas o escorpiones, los felizmente jóvenes del porvenir o, simplemente, incrédulos fantasmas de que éste exista de veras.
Porque en este prodigio que en mí has obrado, oh ingenuidad nunca parecida y siempre perdurable, retornan todas las fábulas de la infancia: que si dios creó al perro para enamorar con su ladrido a la luna, que si el viento para sostener, en vilo, el corazón de la mariposa, que si la luz para que brillase, como una punta de alfiler, en el frutal asomo de una lágrima tuya, hermosa compañera culpable de tanta tontería.
Antonio, quiero que sepa, donde quiera que se encuentre viajando su conciencia, que nada ha cambiado y que no se ha perdido de nada en especial, en este pais en donde nada nos sorprende y nada nos conmueve. Espero se recupere, pero sobre todo que no sufra.
miércoles, julio 02, 2008
URIBE HA GANADO ESTA BATALLA
LA LIBERTAD DE LOS SECUESTRADOS
No importa lo que uno piense sobre un gobierno y sobre un Presidente. La operación de rescate de los 15 secuestrados ha sido impecable. El ejercito colombiano, realizó un operativo sin parangón en el mundo. El rescate de las 15 personas, es sin lugar a dudas el mejor resultado que ha tenido este gobierno en cualquier frente.
Me emociona saber que hay 15 personas menos en manos de las FARC. Me emociona saber que 15 familias recuperan su libertad y cortan las cadenas. Me emociona saber que hay 15 personas menos en manos de la guerrilla. Me emociona saber que los marginales cada vez pierden mas interlocutores en Colombia y en el mundo.
Felicitaciones al ejercito colombiano por la perfección de su operativo. Felicitaciones a todos los que participaron en el rescate de estas personas; a los que arriesgan su vida a diario, para ofrecerle a los colombianos una magnifica noticia. Esta noticia que hace olvidar todas las diferencias y que llega en momentos en que Colombia necesita como nunca de esperanza y de optimismo.
Felicitaciones a los liberados, por el coraje y la valentía que tuvieron para resistir con vida el oprobioso e inhumano delito del secuestro, con el que perdieron tantos años de su vida, acompañados en medio de la selva por secuestradores sin tripas, que no tienen el menor sentimiento humano y que trafican con el dolor de sus semejantes. Su resistencia puesta a la máxima de las pruebas, demuestra el coraje que tuvieron y la fuerza interior que tenían para permanecer vivos en esa condición de adversidad.
Felicitaciones a los medios que no se olvidaron de los que estuvieron privados de su libertad durante años.
Felicitaciones a las familias de los liberados, por ver regresar a sus hogares a los familiares que estaban sometidos al peor de los crímenes.
Finalmente, felicitaciones al Presidente Uribe. La realidad de estos 15 liberados de sus captores, es incontrovertible y aplaza por el momento todo debate de cualquier otra índole. Reconozco con alegría que Uribe ha ganado esta batalla.
viernes, junio 13, 2008
EL CIRCO DE URIBE
Descubierto habéis la caca
con las cacas que cantáis…
Quevedo
(cacofonía contra Góngora)
Somos testigos de esta obra refinada de malabarismo político uribesco, para ganar votos a cambio de impunidad. No tiene importancia alguna la verdad, para políticos que jamas la han dicho. La reparación es una comedia de circo de pueblo, con parapsicólogo de cabecera. Los criminales no pueden premiarse, con el olvido, eso sería herir de muerte la conciencia de los que todavía creen en la libertad.
Ni Uribe con sus discursitos en diminutivos, confianzudos, bobalicones y exagerados, podrá detener la avalancha de la verdad. A él le gusta hacer payasadas muy populares, pero poco importantes para solucionar nuestros conflictos. Ní esa verdad destrozada por Uribe y por el uribismo, con ese olímpico desdén con el cual quieren tapar la verdad de la verdad, escondiéndola para que no se note, utilizando la hipnosis de los tan promocionados como inútiles consejo comunitarios con el presidente y su séquito de áulicos y bufones de corte.
Ni el mensaje profundamente tonto y equivocado de Santos, con el cual le quiere decir a la gente y dejar en el inconsciente colectivo, que el crimen si paga, que será recompensado con muchos dólares. Ni la paz falsa, construida en batallas ganadas por generales a los que no les caben las condecoraciones en esos uniformes de gala y verde, llenos de escudos que simulan soles, con los que juegan unos juegos de guerra, que ellos juegan desde el palco, sin arriesgar la vida.
Nada de eso podrá cambiar el curso de nuestro país violento al abismo, mientras esos políticos y sus cortesanos, no tengan la sensatez de atacar los problemas allí en donde ellos se originan. No es como cree el burócrata simplón, que funge de Ministro del Interior, de apellidos Holguín y Sardi, salido de una de las mas corruptas colectividades políticas de la Colombia de hoy, para decirnos enardecido, con esa agitación propia de los fanáticos mas retrógrados y conservadores, que hay que exterminarlos. Ese ministro no ha entendido, y no va a entender, porque no tiene ni el cerebro, ni el corazón con los que pueda entenderlo, que la justicia es lo contrario del exterminio propuesto por ese insensato. El exterminio por ejemplo, fue utilizado por los nazis, para exterminar un pueblo y “depurar” una raza de bárbaros.
El hambre hay que atacarlo con el mismo vigor que emplean para la guerra y sus victorias pírricas, pero luchando por poner alimentos en la boca del niño o del anciano que no prueban bocado, con programas sostenidos en el tiempo, de alimentos de primera, sin contenido en plomo, que solo ha servido para que los colombianos tengamos la tragedia de miles de compatriotas sin vida, intoxicados con ese metal. Un país menos digno, pero mas aplomado, máxima expresión de la Seguridad Democrática.
El analfabetismo y la discriminación social, no se corrigen contando trenzas para hacerse el amigo, ni con promesas incumplidas, esas que ha hecho por todos los rincones de Colombia el presidente. Eso solo se corrige garantizando a todos los niños el cumplimiento del deber constitucional y el derecho que tienen, de asistir a las escuelas, a los colegios y a las universidades. Esa guerra solo dejará sangre inútilmente derramada, mientras las causas de la guerra no se combatan. Una de ellas, es el incumplimiento de la ley que obliga a educar a todos los colombianos.
El desabrigo se combate con el derecho a una vivienda digna, a un techo que sea refugio y que les de sentido de pertenencia. El desarraigo, se combate garantizando la devolución de las parcelas que les arrebataron y devolviéndolos a su vida en el campo, sin contagiarlos con esa violencia que políticos, paras, guerrillos y delincuentes, siembran por doquier, como si en la guerra se les diera la mejor opción para la sustitución de cultivos, cambiando los alimentos por el sembrado de minas quiebra-patas, plantaciones ilegales y glifosato.
En fin, esos políticos son tan insensatos que quieren vender la idea de que hay muertos muy buenos y muertos malos y muy malos. Que hay violencia buena y violencia mala y violencia muy mala. Este presidente, estos ministros, estos congresistas, suena redundante, pero son mas mentirosos que un político.
Los violentos son violentos donde quiera que se encuentren, no importa que estén o no, del lado de la institucionalidad. Por cuenta de esas políticas de seguridad democrática, que no es segura, porque la violencia continua, y que no es democrática, porque las democracias solo han sido seguras, cuando se apuntalan en la justicia social, tenemos el terreno abonado para continuar esa guerra fratricida e inútil, despiadada y cruel por muchos años.
Colombia necesita mas sensibilidad y menos fanfarria. Un presidente que sea capaz de conducir una recua, sin que importe que no sea un chalán, como esos que se formaron en las caballerizas y restaurantes de la Margarita del 8 A, que montaban muy bien a caballo, pero eran unos violentos de miedo, que ayudaron a envenenar con su narcotráfico, medio mundo y media Colombia, para poder tener los mejores cuadrúpedos al servico de los bipedos sin alma que los montaban.
Colombia necesita un presidente que hable menos, gastae menos en publicidad y se ahorre los repugnantes diminutivos. Que no haga ese show semanal en el que lo único que se consigue, es propaganda pagada por los contribuyentes, para mantener el régimen.
Colombia necesita una mano amiga, no una mano dura. Necesita un corazón que se conduela de sus compatriotas y que se preocupe por los millones de colombianos desprotegidos, mucho mas que un corazón que duro o blando es insensible a la suplica de los desposeídos.
En fin necesitamos barajar y repartir de nuevo, porque si los que están ahora van a ser remplazados por sus mejores alumnos, cuando no por sus hijos, sus hermanos o sus primos, entonces, la esperanza se acabó y la posibilidad de una Colombia digna esta arrasada.
sábado, junio 07, 2008
LA PUTA-POLITICA
Esta Colombia maravillosa es una verdadera caja de Pandora. Producimos noticias extraordinarias e increíbles en un mundo civilizado. Mundo civilizado, al cual, los acontecimientos diarios nos dicen que no pertenecemos. Tenemos además, un filón inagotable de maravillas geográficas. Promocionan nuestro país con la difusión de una “Colombia es pasión”. Si, Colombia es pasión y muerte. Nunca dicen la verdad y por eso no hablan de que también hay una Colombia violenta y política, con la cual, al lado de tanta belleza, nos han construido una letrina institucional despreciable.
Tenemos ese engendro de Para-militares y de Para-militarismo. De ellos nació la PARA-política. Esa vergüenza nacional que cargamos como un lastre por todos los confines de la tierra, y que nos caracteriza como un pueblo violento y desalmado. Ese capítulo vergonzoso de nuestra realidad nacional, se construyó, con la permisividad y el auspicio de los que se auto denominan lo mejor de nuestra sociedad. Pocas excepciones. Industriales, ganaderos, comerciantes, profesionales. En fin, la crema y la nata de nuestra sociedad sin valores, sin ética y sin limites. Crema cortada, nata agria y podrida.
A su amparo, se intimidaron poblaciones enteras, que testimoniaron el paso destructor de la moto sierra, de la operación pánico, de la muerte al por mayor y al detal, como una caravana con la que promocionaban la construcción de un nuevo país. Un país peor del que teníamos, repleto ya de purulencias. Se infiltraron en todas las instituciones, desde el mas pequeño de los corregimientos, hasta la mas grande de las ciudades. Nada se les escapo, infiltraron el gobierno, los entes administrativos, los de control; asesinaron o amedrentaron la justicia.
Se colaron en todos los estamentos de poder. Se apoderaron de las tierras, desplazaron millones de campesinos, asesinaron y siguen asesinando sin piedad alguna, millones de colombianos indefensos. Gozaron de la simpatía de una sociedad que les ayudo a financiarse, porque creía que los defendía y a la que después le arrebataron todo. Se metieron en el negocio del narcotráfico, para tener dinero sucio por montones. Así construyeron un emporio de indignidad y de muerte que poderoso, hace alarde de su capacidad ilimitada para delinquir.
Se apoderaron del poder político, apoyaron un candidato a presidente que metió el cuento de la posibilidad de “Convivir” y lo volvieron a apoyar, para que no quedaran dudas. Se apoderaron del parlamento, donde hombres y mujeres indignos tuvieron y aun siguen teniendo asiento, con el patrocinio de la debacle institucional que promovieron con sus ejércitos de asesinos.
Tenemos esa deformación revolucionaria de guerrilleros y de guerrilla. De ellos, que han sembrado también de terror nuestras montañas y nuestros valles, nació la FARC-política. Esa otra vergüenza nacional que arropada en ideales revolucionarios y emancipadores de un pueblo, lo han destruido y asesinado sin piedad alguna. Nos presentaron sus versiones indignas de lucha, con el carro bomba, el burro bomba, el collar bomba, el asesinato impune y aleve de campesinos y ciudadanos.
Este capítulo no menos vergonzoso de nuestra realidad nacional, se construyó también con el apoyo de quienes creen hacer Patria con la destrucción del país, con el mas infame de todos los crímenes, el secuestro, convertido con indignidad sin limite, en arma de una revolución inexistente. Ese escudo humano que forman con los cuerpos indefensos de los cautivos, para defenderse en este genocidio que patrocinan a diario, pone toda la sangre y todo el sufrimiento. Destruyen fauna, flora, violan selvas vírgenes, destruyen ecosistemas y tienen el mas profundo desprecio por la vida humana. Con ese cúmulo de deshonor, patrocinaron a otros políticos que indignos y sin conciencia, se han prestado para manchar los cargos en los que se debe representar la voz popular.
Tenemos como si no fuera suficiente, ese monstruo de mil cabezas que se ha logrado colar impunemente por los rincones en los cuales no han estado vigilantes. La deformación de todas las formas de sociedad decente. La de narcotraficantes y de narcotráfico. Con ellos y el poder de sus manchados, podridos e inmensos capitales, nació la NARCO-política. Esa vergüenza mayor de nuestra nación. A esa vergüenza mayor, le debemos el deterioro de nuestra clase dirigente comprable, de nuestra clase política con precio y sin conciencia.
Ese ejercito de narcos de todos los tamaños, con sus despreciables traquetos, que les sirven de intermediarios, con sus delincuentes que les sirven de distribuidores, han convertido la dignidad de una nación en un pozo séptico, en una casa de cambios de conciencias con precio. Esos gusanos que se visten de marca, dan lora y hacen alharaca, viven en mansiones fastuosas o son propietarios de grandes empresas, de cadenas de almacenes que les sirven de fachada, para esconder y limpiar la sangre de que esta impregnado su maldito dinero.
Ese grupo de delincuentes mayores, coleccionistas de basura cara y de personas baratas, de lujos y excentricidades, han cometido el crimen infame de envenenar una sociedad entera para poder llenar sus bolsillos, sin importarles que sus víctimas paguen el precio de la perdida de la libertad, de la perdida de la conciencia, que se conviertan en víctimas dependientes. Esas mismas víctimas que nuestro Presidente, en una medida tan absurda como estúpida, quiere convertir en delincuentes y que purguen penas, cuando no ha hecho nada por que las penas de los victimarios sean mayores, mas rígidas y la sociedad menos complaciente con ellos. Es que Uribe es un maestro del malabarismo al que le gusta curar la fiebre en las sábanas.
Todos estos actores han dado vida de nuevo a lo peor que tiene Colombia, la causa de los verdaderos males del país, el origen de todas nuestras desgracias y de nuestras miseria. Los políticos que no tienen vergüenza, la mayoría, y los politiqueros de profesión, todos, dieron origen a la PUTA-política. Un fenómeno emergente de indignidad que produce vergüenza. Es que es esa puta política las que nos tiene así…
PAZ A LA BOLA
Paradójico que el país este tan mal y sin embar
go, le parezca a muchos que está muy bien, que estamos mejor que nunca, que así vamos perfecto. Paradójico que una parte de la gente crea que todo ha mejorado, hipnotizada por estadísticas sofisticadas, que muestran mal la realidad colombiana, hoy relegada a una república de encuestas de popularidad y no de realidades sentidas de la gente. Mas o menos un gobierno al estilo de los reinados de Cartagena, hecho de muchas farsas, y mucha fanfarria, para mostrar lo exterior y hacer seguir pasando desapercibido lo que sucede en la realidad cruda de millones d colombianos.
Es paradójico que un gobierno que se ufana de tantas glorias publicitadas por los canales privados de televisión que adulan al presidente, por el interés que tiene sus empresas en los contratos que dependen del gobierno del presidente al que adulan.
Es mas paradójico aun, que hagan impresionantes campañas de publicidad para vender la imagen de buen gobierno, y sin embargo los colombianos en su gran mayoría sigan tan sometidos a tanta injusticia, a tanta pobreza, a tanto desplazamiento, a tanta persecución y muerte, pero tengamos tantos problemas que no se ven en su verdadera dimensión y en su maltrecha realidad, con el espejismo que logra esconder debajo de superficiales situaciones de bienestar, la realidad contundente de el gran país pobre y no viable que tenemos.
En fin, que paradójico que el país tenga tantas cosas malas, con tantas cosas tan buenas, que nos quieren decir tenemos y vivimos. Que poco claro que no seamos realistas y vivamos la fantasía de creer de verdad que todo esta mejor, porque la guerra ahora es de verdad, los guerreros son muchos, el dinero invertido en ella es incalculable ya, y los muertos no son solo los de la insurgencia y el paramilitarismo, dos actores de vergüenza, sino los del Estado, que amparado en la Seguridad Democrática, que puede producir el efecto de la muerte, pero legal. Que cosa peor que combatir la muerte con la muerte, la traición con traición, la delincuencia con métodos iguales, como en los tiempos en los que la ley no existía y la del mas fuerte, del mas violento y del mas vengativo terminaba imponiéndose.
Imponiéndose temporalmente, porque mientras no se solucionen los problemas que dieron nacimiento a esos monstruos que acaban con nuestra población civil, siempre tendremos millones de colombianos viviendo en la desesperanza, con un futuro cerrado y un pensamiento de no futuro, en el cual volverán a levantarse, contra el que consideren opresor.
Cuando seamos los mas honestos, cuando respetamos el medio ambiente, cuando nos preocupamos por el vecino y nos duela el hermano que esta en dificultades. Cuando no nos matemos, cuando los problemas de la muerte no se combatan con la muerte, cuando la violencia encuentre una muralla de resistencia pacífica. Ese día comenzaremos a edificar la paz.
Cuando tengamos un Estado sensato, que invierta todo lo que invierte para la industria de la muerte, en los cimientos sobre los cuales se pueden levantar los estandartes de la paz y de la libertad, edificada con la justicia social. Cuando no seamos indiferentes con el dolor ajeno, ni sigamos indolentes con el espectáculo miserable de los niños en la calle, de las escuelas sin recursos, de los hospitales en quiebra, de las licoreras creciendo, de la salud cerrando, de los niños trabajando y no estudiando.
Cuando nos preocupen mas los desempleados que los guerreros. Cuando la plata invertida en muerte, se invierta en bienestar y vida. Cuando la dignidad valga mas que una libra de alcaloide o una delación. Cuando el chisme no sea mas una política de Estado. Cuando la honra ajena no sea mas el objetivo a destruir. Cuando no envidiemos a los que triunfan, pero nos duelan los que tienen fracasos.
Cuando nos dolamos del mendigo, de la niña en la prostitución, del tráfico de personas, de las mujeres y de los niños maltratados, olvidados, ignorados y con hambre. Cuando no tengamos secuestros de ninguna categoría. Cuando el secuestro desaparezca de nuestra realidad, como un mal que es mercancía para unos y terquedad para otros, mientras los secuestrados se mueren olvidados en las selvas.
Cuando logremos cambiar la tendencia al fanatismo y no tengamos mas industrias de muerte, legales o ilegales.
En fin, cuando la vida valga algo en Colombia, entonces no permitiremos que nos hablen mas paja ni nos digan mentiras. Cuando cambiemos el rítmico sonido de las metralletas, por el de unas palabras, que al fin le digan a las cosas por su nombre, y tengamos claro que es lo que debemos y queremos ser, como una obligación generacional para que el presente no se pierda, como se perdió el pasado, y el futuro tenga la posibilidad quimérica de la esperanza que tanto necesitamos exaltar, para no perder la ilusión de un mañana mejor.
Cuando la amistad sea mas importante que la complicidad y la honestidad mas importante que la política. Cuando tengamos sensibilidad y vivamos conmovidos y no anestesiados o hipnotizados, disfrutando la muerte de otros colombianos, esa enfermedad social profunda, contagiosa y crónica que padecemos.
Entonces ese paraíso del que hablan en los programas institucionales, ese paraíso que promocionan con emoción el presidente, los gobiernistas y los hinchas furibistas y furibundos, entonces y solo entonces, tal vez este país sea viable.
Mientras tanto, da pena decirlo, que tristeza de Colombia y que pena de nuestros hijos y del futuro que les espera en esa Colombia maltratada y no viable. Esta Colombia hermosa que ha sido arrasada por los violentos, mutilada por los asesinos, dominada por los narcotraficantes, secuestrada por los insurrectos y por los que participan en la guerra, con igual violencia, aunque crean que no es violencia porque tiene el pasaporte insensato de legalidad.
Una Colombia justa y digna se puede levantar sobre los cimientos del perdón, pero no sobre las fosas del olvido.
viernes, mayo 30, 2008
ENEMIGOS DEL TERROR
Me declaro enemigo acérrimo de la violencia y del terror. Un enemigo que no representará peligro, porque no utiliza la violencia para demostrar que esta contra ella.
Yo me declaro en contra de todas las violencias.
De la violencia de los insurgentes, que violentos, quieren hacerse reconocer por el ruido que producen sus fusiles y sus bombas. De la violencia de esos insurrectos que utilizan la anarquía, para buscar que los conozcan, que los reconozcan, que sepan que existen. Me declaro en contra de sus métodos violentos, con los que han logrado sembrar tanto miedo como minas quiebra patas, dolor y anarquía.
Me declaro en contra de ese grupo de violentos que han violado nuestras montañas, que le han hecho perder su virginal verde, cambiándolo por el rojo intenso de la sangre derramada a borbotones, por todos los muertos que han ido dejando en su carrera loca de asesinatos, programados los unos, indiscriminados los otros, en los que caen soldados y civiles, indígenas y transeúntes que algunas veces no tienen nada que ver con esa guerra. Me declaro en contra de los artesanos de esas tragedias, tejidas con explosivos y con secuestrados, con muertos al por mayor, dignidad menor, con cultivos y tráfico de drogas.
Me declaro en contra del terror, como una manera de ganarse la vida, intimidando al contrincante, de sembrar miedo entre los pobladores que los ven pasar, esos a los que marginalizan y empobrecen, robándoles las ilusiones y las esperanzas.
Me declaro en contra de la violencia de los paramilitares, que han descuartizado este país en sentido figurado y en sentido literal. De la violencia de esos grupos organizados al amparo de los políticos, de los que los ayudaron a financiarse, de los terratenientes, de los finqueros, de los ganaderos, de los industriales, que pagaron cuotas de afiliación y de mantenimiento durante años, para justificar la creación de esos grupos de violentos con los que decían estar legalmente defendiéndose de los insurgentes.
Yo me declaro en contra de la violencia de los insurgentes, pero también me declaro en contra de la violencia de los para-militares.
Me declaro en contra de ese grupo que encontró en las operaciones pánico, en la guadañadora , en la moto-sierra, las armas mas violentas de guerras no convencionales, para sembrar el terror entre los pobladores de las comarcas que ocuparon. Me declaro en contra por sus muertos impunes, por sus fosas comunes, por sus asesinatos selectivos, por el poder sobornador que tienen, con sus montones de sucio dinero, adquirido con extorsión, intimidación, violencia y muerte.
Me declaro en contra de los paramilitares que hicieron con terror, una reforma agraria al revés, quitándole la tierra a los campesinos o arrebatándosela a los finqueros que no los habían apoyado y también a los que los que los apoyaron, cuando esa violencia inventada contra la otra violencia, resulto ser mas violenta que la violencia que se pretendía combatir. Entonces se hicieron dueños de medio país, pero robándoselo, arrebatándolo, expropiándolo por vías ilegales y violentas a sus verdaderos dueños.
Me declaro en contra de los terroristas que han desplazado a mas de 3 millones de colombianos, para quedarse con sus tierras y llenar las ciudades de hombres, mujeres, niños y familias enteras, con hambre, con pobreza y con desarraigo.
Yo me declaro en contra de la violencia de los narcotraficantes. De ese grupo de procesadores de tragedia y dependencia, que llenan sus bolsillos con los dineros sucios y manchados del narcotráfico. De ese grupo que penetró todos los estamentos de nuestro país y le puso precio a todo, porque creen que con su maldito dinero todo lo puede comprar, incluido un buen nombre y la aceptación social.
Me declaro en contra de esos productores de dependencias, que destruyen la vida de niños, jóvenes, adultos, familias, grupos y sociedades enteras. De ese grupo al cual le debemos el estigma que llevamos en el mundo, solo porque ellos, con su maldito negocio, rompieron todos los diques y pisotearon todos los principios. Porque con su violencia han destruido personas, grupos familiares. Porque asesinan sin piedad y por el peor de los motivos, el del dinero manchado. Porque millones de inocentes en Colombia y en el mundo entero, viven en la desgracia, con la que llenan sus cuentas bancarias, sus caletas o sus bolsillos.
Yo me declaro en contra de nuestra clase política corrupta, responsable de la tragedia que vimos. De los que sin pudor se unieron con insurgentes, para-militares y narco-traficantes, para poder acceder al poder y robarse el Estado. De ese grupo de deshonestos hombres de la Patria, de los que no se escapan presidentes, congresistas, gobernadores, alcaldes y muchos funcionarios públicos, a los que les debemos gran parte de nuestros males y muy poquitos de nuestros bienes. De ese nido de raposas y alimañas carentes de escrúpulos, de ética, de valores, de limites, de principios y de finales.
Yo me declaro en contra de los guerreros de Colombia. De los guerreros de la institucionalidad, de los que viven del negocio de la guerra, de los que la alimentan, de los que la usufructúan, de los que la viven y la gozan, de los que la juegan a diario, de los que convirtieron nuestro país en un campo de batalla, donde juegan sus juegos de guerra, para demostrar que tienen el poder de las armas, y con violencia decir que imponen el imperio de la ley, con la razón de la fuerza.
Yo me declaro en contra, porque en Colombia, la utopía de la paz solo será posible cuando comencemos a recorrer el camino de la reconciliación entre hermanos y comencemos a arreglar las diferencias, con la palabra en alto, los brazos abajo y las manos desarmadas.
No mas terror, es la consigna. No mas violencia. No mas secuestros. No mas asesinatos. No mas impunidad. No mas política de guerra. No mas plata para alimentar los cañones y dejar sin comida a los niños. No mas dinero para destruir el territorio colombiano con balas y bombas con los que se explotan, no solo los cuerpos de enemigos, sino nuestra biodiversidad, se contaminan los ríos, se destruye la selva, se aniquila la agricultura. No mas glifosato para hacer desaparecer unos cultivos, cuando tenemos enfermedades endémicas que nos ganan la batalla, porque no tenemos el dinero para comprar los medicamentos para combatirlas.
En fin yo me uno al grupo que quiera comenzar una resistencia civil contra los violentos y corruptos. Un grupo que busque la solución de los problemas por la concertación, el dialogo, la igualdad de oportunidades y la justicia social.
jueves, mayo 29, 2008
CUANDO TODO TIENE UN PRECIO
“Después de que un dirigente comienza
a creerse indispensable e irremplazable,
un pequeño dictador comienza a nacer”
Luis Ignacio Lula da Silva
Esa frase la dijo el Presidente del Brasil, explicando su decisión de no aspirar a un tercer periodo. En Colombia tenemos que crear una palabra que no existe : es la egocracia. En nuestro país político, todo lo domina la autoridad del ego. El resto vale nada. Los últimos 5 años nos han dado muestras evidentes de eso. Por esa contagiosa forma de ver y de pensar un país, son muchos los que piensan que el país tiene un solo dueño, el Ubérrimo. Dueño del conjunto, que ahora se cree dueño de la historia. De la suya, de la mía, de la de todos. Porque aquí lo que impera es la autoridad del ego. Hoy es el ego del Ubérrimo. Mañana quien sabe, será otro ego copiado, nada más.
Y así, la institucionalidad de nuestro país se derrumba cada vez mas, aunque quieran hacernos creer que es cada vez menos. El conflicto que vivimos en Colombia y que es entre nosotros pan cotidiano, se arregla de mentiras con propuestas tan estúpidas como insuficientes. Lo que se propone para reparar a las víctimas, es un remedo de reparación, en el que se le pone un desvalorizado precio a las personas que han caído víctimas de la violencia. Nos quieren hacer creer el mensaje, con el cual, la vida no vale nada y la muerte puede ser purgada con un puñado de manchados dólares.
Macaco, el narco-paramilitar que ofreció 55 millones de dólares para reparar 15.000 víctimas, quiere limpiar su conciencia con 3.600 dólares por víctima. Algo así como 7 millones de pesos colombianos. En ese juego de desvalorización de la vida y de remates para pagar la muerte, piensan que la mancha de sangre se puede limpiar con un puñado de dólares, cada vez mas desvalorizados. Al viejo estilo de vaqueros y mercenarios, de piratas y filibusteros, convertidos después en héroes o en grandes señores, que todo lo pueden comprar, incluida la muerte, dado que siempre han tenido el mas profundo y olímpico desprecio e irrespeto por la vida.
Pero esa es la oferta al comenzar el despreciable negocio de la vida. La verdad es distinta. Las cifras reales no solo son alarmantes sino despreciables. Según un dato que circula en los medios, a cada víctima de los paramilitares le correspondería una suma de 7.000.oo. Este proceso de justicia y reparación es un sainete mal contado, con un guión muy mal escrito por el Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, un oso para abrazar, una fiera para responder, y un imbécil para negociar en favor de las víctimas
Mientras eso pasa, el Presidente anula el contrato con la firma que lo asesoraba para hacerle lagartería al tratado de libre comercio. Fueron 300.00 dólares destrozados, tirados a la basura, para tratar de comprar una aprobación que estaba bien difícil y que por esa maniobra se volvió, si no hay sorpresas, imposible.
En la Colombia de Uribe todo tiene un precio. Tiene precio el silencio, que puede ser facilmente comprable. Tiene precio el bullicio, por el que, si conviene, se pagan fabulosas sumas. Tiene precio la mentira, que ha dado suculentos resultados a los que dicen reparar las víctimas. Tiene precio la verdad, porque hay que acallarla. Tiene precio la libertad, porque nada estorba mas en los caudillismos, que aguantar las voces de los que todavía tienen independencia intelectual y sensatez ética.
A esa Colombia de recompensas y de dineros que se mueven de la misma manera, en la que nos mostraron, los suelen hacer mover los delincuentes, se pagan el silencio y las palabras. Pero se pagan de paso las mentiras y las verdades, no importa que las verdades sean incompletas, a medias o deformadas, cuando no construidas desde falsos positivos, o salidas de historias creadas para hacerlas aparecer como verdades incontestables. Se ofrecen recompensas por no decir nada y por decirlo todo. Se pagan recompensas a delincuentes que delinquiendo, negocian información o venden sus secretos al mejor postor, hoy el Estado, dizque para ayudar a la justicia, esa misma que han ayudado a burlar groseramente, en el proceso de construir una nación mas digna.
Así, no se construye un país decente. El Estado tiene que tener algo que lo diferencie de la delincuencia, y esa práctica hace que se diferencien en lo iguales.
Así no se construye un país mas digno. Así se construye un país todos los días mas indigno, un paraíso de parias y delincuentes, un país de políticos amorales e inmorales en donde las formas que utilizan las mafias y las organizaciones delictivas terminan no diferenciándose en nada de las que le han dado tan aparentes buenos resultados al Presidente de la Seguridad Democrática. Política de mentiras y sin reparación. Política de sapos, de injusticia y de “acusetas”. Injusticia de verdad, injusticia hecha política de Estado, sin que lo digan y aunque lo nieguen. Olvido total y perdón sin condiciones.
Un país que resuelve sus problemas pasados y presentes de esa manera y con esas políticas, no puede pensar en estar construyendo un mejor país para las generaciones que nos sucedan, ni preparándose para un futuro mejor. En un país así, las manipulaciones que se establecieron como panaceas, cubren los pozos sépticos de su realidad política y económica, de su demencial lucha insurgente, de su publicitada seguridad democrática. Esas pozas son construidas con palizadas enclenques, bien adornadas con baraterías y maquilladas con cascarones frágiles de huevo, que se romperán con el menor movimiento y se destrozaran con cualquier peso, para volver a comenzar la historia de violencia que cargamos desde que colgaron a Juan de La Cosa.
...............
Que en las carceles no son todos los que están, ni están todos los que son, lo demuestra Mauricio Arias Arango. Mi saludo de solidaridad, para un hombre bueno.
RECOMPENSANDO ALIMAÑAS
"El ojo que ves no es ojo porque lo ves,
es ojo porque te ve."
Antonio Machado
Un gobierno que premia como héroes a terroristas, alimañas convertidas en sapos, es la subversión de todos los valores de nuestra institucionalidad, por un modelo de juego en el que un delincuente soplón, tiene mas valor que un hombre decente. De esta manera una delación puede llegar a valer cinco mil millones de pesos, sólo por que ha sido escrita por el espíritu insensato de la seguridad democrática, que pisoteando el Estado de Derecho, premia a los delincuentes, asesinos de asesinos y los convierte en héroes. Se vuelve añicos la institucionalidad. Pasamos a vivir en un estado que premia con holgura de nuevo rico a sus delincuentes, terroristas y soplones sin escrúpulos.
El Estado tiene que diferenciarse en algo de sus enemigos naturales. No podemos permitir que el Estado comience a utilizar las mismas armas que usan los marginales, los terroristas y los asesinos. Dejaríamos de ser un Estado de Derecho para convertirnos en una versión moderna, menos pintoresca que la del Oeste, en donde vaqueros y rufianes se diferenciaban en el momento en el que al uno le pagaban y por el otro pagaban una recompensa.
Nos acostumbramos a tomar partido a favor o en contra, de los que mueren o de los que matan. Hemos llegado al extremo insensato de creer que es matando o muriendo violentamente, como podemos arreglar este país. En esa perdida de límites y de cordura, comenzamos a caminar el camino sin retorno de la perdida de los valores, para mantener una institucionalidad, sobre pilares distintos a los que se establecieron en nuestra Nación, que cuenta con una Carta Magna, que casi todos han leído y de la que casi todos, en mayor o menor medida, se burlan impunemente.
La transformación que ha tenido nuestro escudo puede testimoniar bien nuestra historia de guerra fratricida. En 1548 el virreinato utilizo el escudo que hoy identifica a Santafé de Bogotá. Entre 1819 y 1834, tuvimos uno que representaba la Gran Colombia: un indígena con penacho dorado, arco y flechas a su espalda, sentado sobre roca sólida a la orilla del mar, empuñando con su mano izquierda una vara que estaba coronada por un gorro frigio de rojo intenso, símbolo de la libertad; rodeado de vegetación, con un sol naciente, un cocodrilo, una carabela y unas estrellas. En su parte superior tenia unas hojas de laurel que rodeaban un símbolo de unión representado en un par de manos que se saludaban.
Ese escudo fue remplazado por medio de una ley del 9 de mayo de 1834 por el que hemos tenido desde entonces, y que tiene tres franjas, la superior con una granada de oro, para recordar el nombre de la Nueva Granada. A los lados dos cuernos, que simbolizan la riqueza y la abundancia. De la derecha salen monedas de oro, y de la izquierda los frutos tropicales. En la franja del centro un gorro frigio que sigue siendo el simbolo de la libertad. En el tercero el istmo de Panamá con los dos mares y un velero en cada uno de ellos.
Curiosamente las manos amigables del primer escudo se cambiaron por un cóndor que despliega sus alas y deja descolgar de su pico una cinta con las palabras “Libertad y Orden”. A los lados la bandera y sus basónes. El cóndor representa al de los Andes y fue escogido como emblema de libertad y soberanía.
Uribe propuso, por intermedio de uno de sus títeres en el Congreso de la República, el cambio del escudo. Dijeron se debía quitar el istmo de Panamá y colocar en su lugar la Isla de San Andrés. No faltaría sino que cambiaran el Cóndor por un sapo y que la franja de Libertad y orden sea rediseñada con las palabras Seguridad y Democrática.
Que el color rojo ya no sea el de la sangre vertida en las gestas libertadoras, sino en el desplazamiento forzado de los campesinos que huyen por las masacres a que son sometidos por paramilitares, narcotraficantes y guerrilleros, que el gorro frigio, simbolo de una libertad que es de mentiras sea remplazado por un sombrero vueltiado. Que las granadas sean cambiadas por minas quiebra-patas y las carabelas, simbolo de un comercio prospero sean cambiadas por fragatas que simbolicen la guerra insensata en que vivimos. Que el mapa de Colombia se rediseñe sin limites, para mostrar la lección aprendida por nuestro gobernante, en el cual las fronteras no existen y que se pueden violar a discreción del presidente y de su ejercito, cuando a bien tengan, pasándose por la faja las convenciones internacionales y los tratados que existen.
Hay que combatir el terrorismo, sin duda, pero para hacerlo no se puede tirar por la borda nuestra Constitución y nuestro ordenamiento jurídico. La brutalidad y demencia del agresor, no justifican que el que se defiende se vuelva terrorista y demente. El fin no justifica los medios.
El guerrillero que asesino a su jefe no debe ser premiado. A su larga lista de asesinatos, se le debe sumar el que cometió con su jefe, aunque en el delirio justifiquen su muerte. El único pago que debe recibir es el de una condena por todos los crímenes cometidos. No pueden convertirlo en un ejemplo digno de imitar y volver añicos la institucionalidad, premiando a un delincuente, que no por entregarse con la mano podrida, dejo de ser delincuente.
El Padre Llano, que durante 40 años ha escrito con sabiduría, publicó en el tiempo lo injustificable, cita la biblia y el “ojo por ojo, diente por diente”. Con esa literal concepción de los libros sagrados, Osama Bin Laden y los talibanes justifican en el Corán el terrorismo en que metieron al mundo, en lo que creen son las enseñanza de Allah. Vuelve a probarse que no hay combinación mas peligrosa que la de religión y política, pareja insensata de destrucción masiva.
viernes, marzo 07, 2008
EL MATADOR MATADO
Cuando todo el poder que tiene un vecino, es crudo,
la diplomacia entre pueblos hermanos no existe
y las relaciones comienzan a manejarse con correa.
la diplomacia entre pueblos hermanos no existe
y las relaciones comienzan a manejarse con correa.
La situación en nuestro país no podía complicarse más. Como si no fuera suficiente, con los problemas que tenemos internamente con esta guerra fratricida que vivimos, los vecinos se unen para hacer alianzas, que violando la soberanía, en nada respetan los verdaderos límites de las repúblicas.
La guerrilla colombiana, que alguna vez tuvo ideales revolucionarios, los perdió por completo y se convirtió en un cartel más. El cartel de las FARC. Es como juntar en un solo grupo todas las purulencias de los paramilitares, que nunca tuvieron ideología, con todas las amoralidades de los narcotraficantes.
De esa combinación explosiva se obtiene como resultado una agrupación que se ampara en el terror para agigantar su poder económico y en el narcotráfico para mantenerse viva. Su olor a naftalina quiere resistirse al cambio que opera en el mundo entero, cuando cree poder vender la idea de que las reivindicaciones sociales se pueden conseguir aniquilando y empobreciendo el pueblo por el cual supuestamente luchan.
Nadie en el mundo ha hecho más daño a un solo país. Nadie ha producido más contaminación. La barbarie de que hacen gala es la expresión mas refinada de una guerra sin sentido que ha llegado a niveles insospechados de degradación.
Mientras tanto los campesinos y los ciudadanos, son los que sufren las consecuencias de una guerra fratricida en la que no hay respeto a normas de derecho internacional, en la que el escudo de defensa esta construido con los cuerpos debilitados de los secuestrados, que son sometidos con frialdad sin limite, a la tortura psicológica y al debilitamiento físico, solo comparables a las que un día reventaron el mundo cuando se descubrieron los campos de concentración de los nazis. Estos son otros campos de concentración, tan inhumanos como los primeros, y tan aterradores como ellos. Tienen el agravante de estar localizados en el trópico, donde en medio de una selva virgen, que han osado violar estos insurgentes degenerados y delincuentes, se pudren en el olvido más de 700 compatriotas.
Que Colombia, Venezuela, Ecuador y todos los países que nos rodean hayan sido el escenario de la construcción de sociedades absolutamente desiguales e injustas, no justifica la existencia de estos grupos de revolucionarios de mentiras que producen tragedias nacionales de verdad.
Que sepamos que nuestras naciones son cuna de diferencias tan marcadas como injustas, no sirve como argumento para defender una revolución que no beneficia al pueblo, y que le arrebata a diario sus raíces, su cultura, su asentamiento y lo convierte en una población de desplazados que van errabundos por Colombia sin un lugar en el cual puedan conciliar el sueño o ganarse el pan, o educar su familia.
Que Colombia necesite cambios profundos, que erradiquen esa pobreza extrema de nuestros conciudadanos y que eliminen esas diferencias abismales entre los pocos que lo tienen todo y los muchos que no tienen nada, no sirve tampoco para justificar esta guerra fratricida que comienza por eliminar con violencia o desplazar a la fuerza a los más pobres.
Que Colombia sea un paraíso de desigualdades, donde minorías con privilegios auto adjudicados y arrebatados a mayorías indefensas, no justifica el sacrificio inane de los más débiles y los más pobres para justificar una revolución que carece de brújula y entierra en la jungla todos los ideales libertarios que un día nos dejaron como legado nuestros libertadores.
Que Colombia tenga una de las más complejas y refinadas estructuras de corrupción del mundo, no puede justificar el sacrificio de los más pobres y los más indefensos para argumentar una revolución que no ha producido sino subdesarrollo, injusticia, sangre, dolor, muerte y pobreza.
Que muchos no estemos de acuerdo con las políticas de este gobierno, ni creamos en las bondades supuestas de una seguridad que es muy insegura, ni en las de una democracia que es cada vez mas raquítica y endeble, no justifica la intromisión en nuestro país de actores que venidos de otras operetas tropicales, entran en al reparto sin haber sido llamados, para terminar de agravar nuestros problemas, alimentar y patrocinar la guerra fratricida que se escribe a diario.
Esta farsa infame, escrita cotidianamente con manchas de sangre, que como tinta indeleble, ha sido impunemente derramada por nuestros compatriotas, en esta historia de guerra sin fin y de paz sin principio.
Este drama que ha sido para millones de colombianos una tragedia, no puede ser defendido por nuestros vecinos como una comedia donde ellos no sufren las consecuencias, solo para avivar en la región una mecha incendiaria que solo dejara devastación, injusticia y más pobreza.
Que esta situación de desigualdad que ha hecho de Colombia una nación de feudos en pleno siglo XXI, no puede servir para justificar una violencia sin limite que conduce a ninguna parte. Que esta situación que vivimos no sea la causa sino la consecuencia de nuestras profundas desigualdades, no sirve tampoco de disculpa para justificar la violencia o el terrorismo.
Necesitábamos vecinos que como bomberos nos ayudaran en el proceso de extinción del fuego y no entrometidos incendiarios que se aprovechan para su propio beneficio de las debilidades de nuestro ya precario Estado de Derecho.
Por eso, de las ideas de Bolívar, en mala hora convertidas en un ordinario y delirante sainete por Chávez y secundadas con estulticia sin par por un hombre que tiene mas correa que pantalones, yo me quito…
La guerrilla colombiana, que alguna vez tuvo ideales revolucionarios, los perdió por completo y se convirtió en un cartel más. El cartel de las FARC. Es como juntar en un solo grupo todas las purulencias de los paramilitares, que nunca tuvieron ideología, con todas las amoralidades de los narcotraficantes.
De esa combinación explosiva se obtiene como resultado una agrupación que se ampara en el terror para agigantar su poder económico y en el narcotráfico para mantenerse viva. Su olor a naftalina quiere resistirse al cambio que opera en el mundo entero, cuando cree poder vender la idea de que las reivindicaciones sociales se pueden conseguir aniquilando y empobreciendo el pueblo por el cual supuestamente luchan.
Nadie en el mundo ha hecho más daño a un solo país. Nadie ha producido más contaminación. La barbarie de que hacen gala es la expresión mas refinada de una guerra sin sentido que ha llegado a niveles insospechados de degradación.
Mientras tanto los campesinos y los ciudadanos, son los que sufren las consecuencias de una guerra fratricida en la que no hay respeto a normas de derecho internacional, en la que el escudo de defensa esta construido con los cuerpos debilitados de los secuestrados, que son sometidos con frialdad sin limite, a la tortura psicológica y al debilitamiento físico, solo comparables a las que un día reventaron el mundo cuando se descubrieron los campos de concentración de los nazis. Estos son otros campos de concentración, tan inhumanos como los primeros, y tan aterradores como ellos. Tienen el agravante de estar localizados en el trópico, donde en medio de una selva virgen, que han osado violar estos insurgentes degenerados y delincuentes, se pudren en el olvido más de 700 compatriotas.
Que Colombia, Venezuela, Ecuador y todos los países que nos rodean hayan sido el escenario de la construcción de sociedades absolutamente desiguales e injustas, no justifica la existencia de estos grupos de revolucionarios de mentiras que producen tragedias nacionales de verdad.
Que sepamos que nuestras naciones son cuna de diferencias tan marcadas como injustas, no sirve como argumento para defender una revolución que no beneficia al pueblo, y que le arrebata a diario sus raíces, su cultura, su asentamiento y lo convierte en una población de desplazados que van errabundos por Colombia sin un lugar en el cual puedan conciliar el sueño o ganarse el pan, o educar su familia.
Que Colombia necesite cambios profundos, que erradiquen esa pobreza extrema de nuestros conciudadanos y que eliminen esas diferencias abismales entre los pocos que lo tienen todo y los muchos que no tienen nada, no sirve tampoco para justificar esta guerra fratricida que comienza por eliminar con violencia o desplazar a la fuerza a los más pobres.
Que Colombia sea un paraíso de desigualdades, donde minorías con privilegios auto adjudicados y arrebatados a mayorías indefensas, no justifica el sacrificio inane de los más débiles y los más pobres para justificar una revolución que carece de brújula y entierra en la jungla todos los ideales libertarios que un día nos dejaron como legado nuestros libertadores.
Que Colombia tenga una de las más complejas y refinadas estructuras de corrupción del mundo, no puede justificar el sacrificio de los más pobres y los más indefensos para argumentar una revolución que no ha producido sino subdesarrollo, injusticia, sangre, dolor, muerte y pobreza.
Que muchos no estemos de acuerdo con las políticas de este gobierno, ni creamos en las bondades supuestas de una seguridad que es muy insegura, ni en las de una democracia que es cada vez mas raquítica y endeble, no justifica la intromisión en nuestro país de actores que venidos de otras operetas tropicales, entran en al reparto sin haber sido llamados, para terminar de agravar nuestros problemas, alimentar y patrocinar la guerra fratricida que se escribe a diario.
Esta farsa infame, escrita cotidianamente con manchas de sangre, que como tinta indeleble, ha sido impunemente derramada por nuestros compatriotas, en esta historia de guerra sin fin y de paz sin principio.
Este drama que ha sido para millones de colombianos una tragedia, no puede ser defendido por nuestros vecinos como una comedia donde ellos no sufren las consecuencias, solo para avivar en la región una mecha incendiaria que solo dejara devastación, injusticia y más pobreza.
Que esta situación de desigualdad que ha hecho de Colombia una nación de feudos en pleno siglo XXI, no puede servir para justificar una violencia sin limite que conduce a ninguna parte. Que esta situación que vivimos no sea la causa sino la consecuencia de nuestras profundas desigualdades, no sirve tampoco de disculpa para justificar la violencia o el terrorismo.
Necesitábamos vecinos que como bomberos nos ayudaran en el proceso de extinción del fuego y no entrometidos incendiarios que se aprovechan para su propio beneficio de las debilidades de nuestro ya precario Estado de Derecho.
Por eso, de las ideas de Bolívar, en mala hora convertidas en un ordinario y delirante sainete por Chávez y secundadas con estulticia sin par por un hombre que tiene mas correa que pantalones, yo me quito…
martes, febrero 19, 2008
EL RETORNO DE LA FARSA
'Siempre existirá la emoción de la victoria,
la sensación de pisotear a un
enemigo
aplastando el rostro humano...incesantemente.'
(George Orwel, 1984)
No hemos terminado de digerir los acontecimientos de los últimos días cuando ya estamos enfrentados a una realidad tan poco nueva, como bastante repetida y antidemocrática.
El Presidente Uribe no habla del asunto de su eventual segunda reelección. Él actúa como si en efecto ese hecho notorio le fuera desconocido, como si ni siquiera estuviera enterado de que existe. La carrera para reelegir al reelegido comenzó entre los politiqueros más baratos que tiene cercanos, esos que le hablan todos los días, hace muchos días. Parece desconocerlo todo aunque todo lo sepa.
Para hacer el juego en este tingladillo de política desacreditada a la que nos tienen acostumbrados, Luís Guillermo Giraldo, el acrisolado político de Caldas, que hoy preside el partido de la U, dice que es una respuesta al clamor popular, una necesidad para satisfacer los anhelos de ese 80% de encuestados, que mantienen la popularidad del presidente en los más altos niveles registrados en la historia política de Colombia.
Todos juran sin asomo de vergüenzas, que el presidente es ajeno a esa realidad. ¿Por qué será que la farsa de los políticos es siempre una comedia repetida, donde no se cambia una sola de las escenas y la representación cantinflesca es siempre la misma?
En esta nueva arremetida para llegar al inevitable tercer mandato, han hecho de todo. La negaron de mentiras, cuando dijeron que solo una hecatombe cambiará el curso de esa historia. ¿Cuál hecatombe?
Pues la hecatombe que este gobierno de popularidad y populismo sin par, ha logrado crear alrededor de sí mismo, de la pérdida de institucionalidad de los poderes, para justificar todo lo que haga, en defensa de una soberanía, que no es soberana, de una seguridad que sigue siendo muy insegura y de una democracia que raquítica, se desploma y muere sin dolientes que la defiendan de verdad.
Estamos ante la reedición de un mesianismo macrocéfalo, megalómano y sin límite, ese mismo que bordea formas delirantes de poder y que maneja el miedo, como una estrategia sobre la cual se puede edificar toda la pérdida de la institucionalidad de un país, sin que las ideas puedan ser confrontadas o debatidas.
Esto es todo lo contrario de una democracia. Esto es lo más parecido a la versión refinada del vecino que tanto criticamos. Esto es lo más parecido a una dictadura civil, que hipócrita posa de demócrata sin serlo.
Un país que no tiene oposición o que tiene como política debilitarla; un país en el que la oposición es manejada como manifestación de terrorismo, contrariando la verdad y poniendo en riesgo la vida de los que opinan en contrario; un país que fue dividido entre buenos y malos, entre blancos y negros, ricos y pobres, es un país polarizado. Perdimos los matices de grises que hacen la diferencia en las democracias de verdad, pero lo peor, perdimos la posibilidad de que la oposición sea una fuerza que controle las políticas del gobierno, las acompañe cuando acertadas o las derrumbe cuando equivocadas. Esta división que se convirtió en dogma, estigmatizadora y atrevida, no admite la discusión general sobre los contrarios. Estamos ante la tiranía de una democracia que no somete al debate los más grandes asuntos que nos tocan en el día a día.
En muchos países desarrollados del mundo la oposición es el fundamento de la democracia y cuando un proyecto de ley no pasa en el parlamento, se cita a nuevas elecciones, porque es una manifestación del desacuerdo de las mayorías. Esa distopia es imposible pensarla en una república, que en política es todavía bananera y continúa con nostalgia de grilletes y añoranza de cadenas.
Parafraseando a Piero podemos decir con él: “… Pasan corriendo los guerrilleros, porque los persiguen los militares. Pasan corriendo los militares, porque los persiguen los insurgentes. Los paras no corren, los narcotraficantes tampoco, porque se volvieron paras y no los persiguen. Pasan corriendo 4 millones de desplazados a quienes persiguen los guerrilleros, narcotraficantes y delincuentes, los terratenientes, paras y militares, …”
Hace 4 años, cuando para su reelección cambiaron un “articulito”, ya habíamos advertido esta mentalidad reeleccionista, que no parece otra cosa que una disfrazada dictadura civil.
“… ¡Ay! de Colombia, si detrás de la barbarie que hemos vivido, nos ilusionamos con la idea de solución en un hombre de mano y corazón duros. ¡Ay! de Colombia, si a los apátridas que diciendo defender la libertad de un pueblo, lo amilanan, empobrecen, matan y esclavizan, con escasos planteamientos ideológicos y exceso de talante guerrerista. ¡Ay! de Colombia, si detrás del telón donde actúan los políticos que a diario desfalcan el país y le mienten al pueblo, se levanta como estandarte de la libertad, un hombre que cree píamente que la violencia se combate con violencia. ¡Ay! de Colombia si seguimos haciendo políticas que solo benefician a las minorías poderosas, ¡Ay de Colombia si se permite que los políticos hagan y deshagan a su antojo las leyes que en provecho propio aprueban! ¡Ay! de Colombia, si la clase empresarial, patrocina y financia el Estado dictatorial que en realidad pasaría a regirnos, para buscar su bien particular y alejarse todos los días más del bien común que nunca les ha sido afecto. ¡Ay! de Colombia, si los ciudadanos que conforman las verdaderas mayorías se dejan enceguecer por los resplandores de una paz que se construye sobre los falsos pilares de la guerra fratricida que inconcientes patrocinamos a diario y en la que se invierte tan grande suma de sumas.
¡Ay! de Colombia, si los académicos se acobardan, si los intelectuales se callan, si los trabajadores se amilanan, si los estudiantes se esconden, si los ciudadanos se pasman, si la prensa no contradice, si los sindicatos se esconden, si la oposición se acobarda!”
miércoles, febrero 06, 2008
LAS TRIPAS
Los políticos, con las excepciones que solo sirven para confirmar las reglas, tienen una muy peculiar y evidente forma de ser, de ver y de actuar que los hace diferentes de todos los otros mortales. Ellos, por efectos de una alteración que les es particular, tienen siempre hambre de poder. Son insaciables.
Ellos trabajan sin descanso para conseguir el poder y cuando al fin lo consiguen, poco importa que los medios hayan sido legítimos o ilegítimos, el hambre saciada se deforma; la necesidad se vuelve una obsesión enfermiza, aparece incontrolable la gula de la cual se vuelven unos prisioneros que, sin cadenas, hacen de su ombligo el centro del mundo.
Ellos convierten el abdomen, generalmente protuberante, en el altar personal. Es allí donde frotan con frecuencia sus manos, para demostrar que todo lo manejan, que todo lo pueden sobar y que todo lo poseen o lo pueden poseer. Las regurgitaciones intestinales son entonces vistas como una especie de fetiche que hace mucho ruido, aunque haya pocas nueces. A ellas se debe que muchas de las acciones de los políticos terminen oliendo mal.
La gula es uno de los siete pecados capitales. Ha sido un “placentero” pecado especialmente cuidado por los políticos. Es el pecado que a través de la historia nos ha dejado en la literatura y en las artes, algunas de las historias más fascinantes, pero más grotescas y más contradictorias. Hoy muchos creen que la gula aparentemente ha desaparecido del arsenal de los pecados que se pueden cometer, gracias a los nuevos conceptos dietéticos, a los azucares sin azúcar, a las grasas sin grasa y a las calorías frías. Pero eso no es verdad.
Los políticos han ido disminuyendo el tamaño del abdomen globuloso que los ha caracterizado siempre, pero no han podido disminuir la necesidad de comer hasta atragantarse. La gula que los caracteriza sigue intacta o se acrecienta impúdica y sin aspavientos a pesar de sus grotescas maneras.
El pensador que enumeró los siete pecados capitales dijo que la gula se manifestaba de las siguientes maneras: “Demasiado pronto, con demasiada delicadeza, a un precio demasiado alto, con demasiada voracidad, demasiado”. De allí que el glotón haya despertado siempre las más grandes repugnancias.
Al respecto dijo San Agustín: “No temo la inmundicia del manjar, sino la inmundicia del apetito“. La verdad casi ningún político se ha confesado a sí mismo sus verdaderos intereses, mucho menos puede esperar uno que haya leído Las Confesiones. Tampoco está entre sus preferencias la lectura de las meditaciones de Brillat-Savarin, en la “Fisiología del apetito”, en las cuales describe con precisión extraordinaria, entre otros, a los políticos, solo por la observación de sus extravagantes formas de comer, de su apetito sin control y de su gula insaciable.
Pero eso no importa mucho. Cada uno de ellos tiene el derecho protegido en nuestra Constitución de comer como le plazca, que la gula por grande que sea, no es típica, no es antijurídica y no es culposa, por lo que no constituye un delito, y si no lo es, entonces no hay pena que le corresponda, diferente a esa que les debería dar, pero no les da, cuando atragantados de poder, quieren que les sirvan más y más, pero ellos siguen hambrientos como si todo se lo tuvieran que tragar.
Hemos visto como sin vergüenza alguna y con menos asombro por supuesto, van saliendo los nombres de esos políticos a la palestra por sus relaciones directas o indirectas con el paramilitarismo, con el narcotráfico o con la guerrilla. Desde mandos muy altos nos dicen todos los días, que las relaciones familiares con capos del narcotráfico no tienen por qué ser impedimento alguno en el ejercicio de la política en Colombia. Y entonces tenemos en casi todos los niveles burocráticos de nuestro país, personas que llegan al poder y que tienen relación con alguno de ellos.
Los hay en el Palacio de Nariño, en dependencias centrales de alto rango, en gobernaciones y en alcaldías. Como si la memoria de Pablo Escobar Gaviria, Carlos Lehder Rivas, el Clan de los Ochoa y la de todos los capos de capos, los grandes protagonistas de esa historia de vergüenza que han sido en Colombia el narcotráfico y sus narcotraficantes, no fueran suficientemente vergonzosas para hacernos indignar cuando sus parientes acceden, alegando no tener nada que ver con ellos, a los puestos del poder.
Solo nos falta que tengamos como funcionarios públicos, chupetas, macacos, alacranes y etcétera. El régimen de inhabilidades e incompatibilidades para congresistas, debería extenderse a todos los funcionarios públicos, en un régimen que diga que no podrán ser políticos, ni burócratas, ni gobernarnos, quienes tengan vínculos por matrimonio, o unión permanente, o de parentesco en cualquier grado de consanguinidad , de afinidad, o civil, con personas que en cualquier época, hayan participado o pertenecido, bajo cualquier titulo, a un cartel de narcotráfico, a la insurgencia o al paramilitarismo. Tampoco podrán postularse como candidatos a elección de cargos para las corporaciones publicas, quienes estén vinculados entre sí, por matrimonio o unión permanente , o parentesco dentro de cualquier grado de consanguinidad, cualquiera de afinidad o cualquiera civil, con personas que tengan relación directa o indirecta con los narcotraficantes, los insurgentes o los paramilitares.
¿Qué tiene que ver todo esto con el titulo “Las tripas” de este artículo? Nada distinto a saber que Manizales eligió como burgomaestre a un hombre, en el que antes de su posesión, quedo demostrado, tiene tripas. Y aunque no parezca importante, tener tripas es fundamental en un país en el que la mayoría de los burócratas han demostrado no tenerlas, cuando son encargados por voto popular de la Administración Pública
jueves, enero 17, 2008
BIENVENDIDAS A LA LIBERTAD
BIENVENIDAS A LA LIBERTAD.
PERO FALTA LA LIBERACION DE TODOS LOS OTROS SECUESTRADOS.
PERO FALTA LA LIBERACION DE TODOS LOS OTROS SECUESTRADOS.
La noticia de la liberación de Clara Rojas y de Consuelo González, nos llena de alegría pero no de optimismo. Volver a la libertad después de tantos años en las que fueron mantenidas en cautiverio por las denominadas fuerzas armadas revolucionarias de Colombia, les da la oportunidad de recomenzar a vivir, después de haber perdido todo ese tiempo vital de manera tan mezquina e infrahumana. Nada podrá justificar el secuestro, cualquiera sea la razón que esgriman o la justificación que les sirva de disculpa.
El secuestro es un crimen infame. Es como poner a una persona en estado de muerte en vida, alejada de todo, sin afectos, sin contacto con la realidad, pero enfrentada al dolor y a la indiferencia de los plagiarios, que no tienen la mas mínima compasión, ni el menor resquicio de sensibilidad dentro de su inventario personal.
El secuestro, cualquiera sea la explicación o justificación que se le quiera dar, es un crimen infame que burla todas las normas de convivencia establecidas entre los seres humanos. Quitarle la libertad a un ser humano contra su voluntad, sin haber cometido falta o estar pagando pena, es simplemente someterlo a una tortura en vida, en la que nadie puede ayudarlo, porque el secuestrado, en su soledad y su aprisionamiento, pierde contra su voluntad todo contacto con la realidad y con la cotidianidad.
Las liberadas no tendrán la suerte de Araujo, que pasó por cuenta de su horroroso secuestro, de los líos de Chambacú a la Cancillería. Tampoco estarán para recorrer el mundo como Pinchao, que va de un lado al otro, en traje de policía, haciéndole propaganda al gobierno que dice lo liberó, cuando la verdad, el se les escapó, sin que nada tuviera que ver con eso, ni la inteligencia militar, ni el gobierno, ni la guerra en que estamos enfrascados.
Pero eso no importa. Ellas están al fin libres y ellos también. Dejan atrás el cautiverio al que las tenía sometidas ese grupo de violentos, que en aras del terrorismo y del negocio de la droga y la extorsión, cambiaron todo lo que algún día dijeron fue un ideario político, por una vergonzosa fuente de ingresos, adquiridos además del narcotráfico, con el ataque aleve, con el terror que siembran en las regiones, con el miedo que generan entre las poblaciones que los ven pasar como una maldición que no merecen. La libertad es para ellas un renacer.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, son de Colombia, son armadas, pero no son revolucionarias, ni interpretan la fuerza de la razón. Hacen alarde por el contrario en ese imperio de la estupidez, de una brutalidad convertida en fuerza, y de una crueldad llevada a su máxima expresión y ejecutada con una frialdad aterradora,
Los colombianos estamos hastiados con ellos. Nos producen nauseas e indignación, nos avergüenzan en todo el mundo. Esa guerrilla sin idearios reales, sin verdaderas razones que justifiquen su existencia, es una guerrilla naftalínica que se convirtió en una tropa desalmada de hombres y mujeres, que viven del dolor de una nación a la que aterrorizan y flagelan. Esos miserables con familiares libres en muchos rincones de Colombia, tarde o temprano pagarán la infamia a la que han sometido a todo un pueblo y la crueldad que han tenido con los colombianos que han sido victimas de sus secuestros, crímenes o extorsiones.
La propuesta del presidente vecino es indecente. Colombia no puede por cuenta de países que siendo amigos, actúan como enemigos, y que siendo hermanos, actúan como desconocidos, convertir a los terroristas de las FARC en grupo beligerante. Eso sería premiarles todo el horror que han sembrado en Colombia. Nos tendríamos después que sentir avergonzados con los miles de secuestrados y los miles de muertos inocentes, que este grupo de asesinos han ido dejando por todos los rincones de Colombia, sin que les haya importado alguna vez el clamor unánime de un pueblo, que angustiado suplicaba piedad y compasión.
No podemos tolerar la deshumanización del conflicto armado, hasta el punto de olvidar todos los crímenes cometidos por esos falsos revolucionarios que se auto adjudican el nombre de fuerzas revolucionarias de Colombia, cuando al revisar la historia de sus ejecutorias, no se encuentra mas que una estela de crímenes de lesa humanidad, cometidos al amparo del poder sin límite que con violencia y con terrorismo lograron adquirir.
¡Que nos muestren una sola reforma que hayan logrado hacer! ¡Que nos muestren un solo cambio que hayan introducido, para mejorar las condiciones de vida de los colombianos de las zonas rurales o urbanas! ¡Que nos muestren un ejemplo de algo que haya sido positivo en su medio siglo de terror y de barbarie! ¡Que nos muestren una sola reivindicación que haya servido para mejorar la vida de los mas desfavorecidos en Colombia! ¡Que nos muestren una sola acción con la que hayan contribuido a construir un país digno y decente! ¡Que nos muestren una sola acción que hayan ejecutado en favor de los colombianos, y que represente hoy una ventaja que antes no teníamos! ¡Que nos muestren un solo logro en las reivindicaciones sociales de los mas pobres! ¡Que nos muestren una sola acción decente que hayan realizado para favorecer al pueblo colombiano! ¡Que nos muestren una sola campaña llevada a la práctica, que haya cambiado para bien, el destino de todos los campesinos de Colombia! ¡Que nos muestren una sola contribución que se les deba para la construcción de un país mejor! ¡Que nos muestren una sola acción en la cual hayan usado los argumentos de la razón y no los de la violencia!
Mientras esos hombres y mujeres convertidos en alimañas, sigan sembrando el terror en Colombia; mientras mantengan un solo secuestrado en sus manos, no existirá la posibilidad de hablar de paz. Porque la paz no se puede construir sobre los cimientos de una fuerza revolucionaria demente y criminal, que se escuda en el sufrimiento sin límite de todos los colombianos que han sido sus victimas.
Qué son entonces las FARC? Por ahora, unos Farsantes Asquerosos de Retorcidas Conciencias
jueves, enero 10, 2008
NO MAS SECUESTROS
Porque los colombianos sentimos a diario la perdida de la libertad y el desequilibrio entre los derechos y los deberes, vivimos secuestrados. Si, secuestrados de muchas maneras. Secuestrados por el régimen y el sistema. Secuestrados por la intolerancia, el sectarismo y la intransigencia. Secuestrados por la desigualdad, secuestrados por la injusticia, la iniquidad y el desafuero.
Florecen en el horizonte nuevas posibilidades. Tenemos tanta necesidad de justicia social como de pan cotidiano. No podemos edificar una nación sobre los escombros que han ido quedando arrumados en todos los rincones. No podemos levantar un nuevo país sobre el pozo séptico que tenemos destapado. No podemos olvidar, para con la complicidad de la amnesia, colocar una frágil tapa de cascarones de huevo sobre la fosa común en que se convirtió Colombia. Sería precipitar el próximo desplome. Y hundirse en un pantano es tener asegurado un baño sucio e indecente. Nuestra historia se ha escrito con la purulencia de las heridas de nuestros compatriotas. Necesitamos recordar y mantener viva la memoria. ¡Perdón si, olvido no! Los pueblos que olvidan, repiten los errores del pasado.
El derroche de los burócratas de ayer no puede seguir siendo pagado por los asalariados de hoy. El nuevo país no puede edificarse con mano dura y corazón petrificado. Obliga despertar la solidaridad con los menos favorecidos. No pueden seguir costeando con su trabajo o su desempleo, el derroche que otros hicieron y siguen haciendo. No puede haber justicia en un país que no se duele de su clase media e ignora a sus pobres. La equidad y la legalidad no son posibles en un país que sofocó su clase trabajadora. No podemos construir la paz en un país que discrimina a esa gran mayoría de colombianos indigentes y sin recursos. Son nuestros hermanos. Pero son nuestros hermanos de verdad. No son simples “objetos” traídos a la memoria para maquillar y acicalar estadísticas. El ingreso per cápita no puede ser mas la falsa y quimérica medida de nuestra realidad. Pocos lo tienen todo, algunos tienen poco y muchos no tienen nada. La matemática de la jungla es la que produce avalanchas sociales. No podemos seguir alimentando al FMI con el hambre de nuestros compatriotas. La justicia social no se consigue con los tributos de un pueblo exprimido. No podemos continuar con esa parodia disimulada que se apuntala en los menos favorecidos. No podemos seguir financiando el despilfarro de nuestros endebles gobiernos y de la clase política, escurriendo a los desempleados y a los asalariados. Allí esta la cuna de la violencia, de la guerrilla, del paramilitarismo, de la intolerancia, del sicariato, de la trifulca social.
Los neoliberales se diferencian de los liberales salvajes, en el concepto de la liberalidad. Su infundíbulo deforme y desproporcionado, acapara las ganancias para los usureros del poder y esos son muy pocos. Pero distribuye las pérdidas entre todos. Pero entre todos significa: entre todos los otros. Ya lo vivimos una vez, cuando tras años con ganancias de cifras colosales todo fue para ellos. Cuando por sus malos manejos estuvieron quebrados, todos pusimos y no nos devolvieron nada. Es el juego del Monopolio llevado a la realidad. Por eso se cocina a diario el caldo amargo de una nación sin dolientes. Vivimos el país del refajo: Pola Cola. Por eso ¡No mas al secuestro!
Si.¡No mas al secuestro! Y hablo de los miles de colombianos secuestrados por la intolerancia y el miedo. Hablo de los compatriotas que despiertan cada mañana secuestrados por el hambre y la desesperanza; de nuestros hermanos que se baten a diario por que tienen secuestrada la posibilidad de una comida. Hablo de los secuestrados por una noche sin techo a la que sigue otra noche en penumbra al arbitrio de los cambios del clima. De los prisioneros de claros-oscuros de lunas acompañadas por el implacable desabrigo que los cobija. No más al secuestro de nuestros hermanos que viven en condiciones infrahumanas a la intemperie.
¡No más al secuestro! Y hablo del secuestro de las posibilidades para los niños que viven en la calle. Ellos sufren las consecuencias del secuestro de las obligaciones Constitucionales. Niños secuestrados por el analfabetismo, la indigencia, el parabrisas fortuito. Niños secuestrados por la mendicidad, el maltrato, el abandono y la mirada indolente de los que pasan por su lado. Niños que crecen con los sueños secuestrados y la risa encarcelada. Niños secuestrados por la falta de familia o de un Estado que cumpla con sus responsabilidades. Un Estado donde se hable menos y se haga más. En fin, no más al secuestro de las ilusiones de la edad primera, donde se forja el futuro de nuestra Nación. Con estos niños en la calle, y no de la calle como suelen llamarlos, que podemos esperar del futuro?. Como poder hacerlos culpables de sus desvíos, si se les negó el derecho a crecer con dignidad?
¡No más al secuestro! Y hablo del secuestro de la libertad de expresión por parte de los intolerantes de todas las corrientes y de todos los extremos. Del secuestro de la verdad por parte de las enciclopedias de la ignorancia que guarda la televisión con su cúmulo de mentiras y desviaciones. Del secuestro de los derechos fundamentales. Del secuestro de la verdad y la transparencia. Del secuestro de la palabra y el derecho al desacuerdo. Del secuestro de la dignidad por parte de los dirigentes y sus poli-empresas de clientelismo o muerte. No más a todas las manipulaciones de una Nación herida y maltratada por la desigualdad y la indiferencia.
De paso mi solidaridad con los doblemente secuestrados, que permanecen privados de su libertad y abandonados por un gobierno tan impotente como no solidario y olvidados por una sociedad indiferente.
En fin, por un ¡Colombia, Si futuro!: ¡No mas al secuestro!
Florecen en el horizonte nuevas posibilidades. Tenemos tanta necesidad de justicia social como de pan cotidiano. No podemos edificar una nación sobre los escombros que han ido quedando arrumados en todos los rincones. No podemos levantar un nuevo país sobre el pozo séptico que tenemos destapado. No podemos olvidar, para con la complicidad de la amnesia, colocar una frágil tapa de cascarones de huevo sobre la fosa común en que se convirtió Colombia. Sería precipitar el próximo desplome. Y hundirse en un pantano es tener asegurado un baño sucio e indecente. Nuestra historia se ha escrito con la purulencia de las heridas de nuestros compatriotas. Necesitamos recordar y mantener viva la memoria. ¡Perdón si, olvido no! Los pueblos que olvidan, repiten los errores del pasado.
El derroche de los burócratas de ayer no puede seguir siendo pagado por los asalariados de hoy. El nuevo país no puede edificarse con mano dura y corazón petrificado. Obliga despertar la solidaridad con los menos favorecidos. No pueden seguir costeando con su trabajo o su desempleo, el derroche que otros hicieron y siguen haciendo. No puede haber justicia en un país que no se duele de su clase media e ignora a sus pobres. La equidad y la legalidad no son posibles en un país que sofocó su clase trabajadora. No podemos construir la paz en un país que discrimina a esa gran mayoría de colombianos indigentes y sin recursos. Son nuestros hermanos. Pero son nuestros hermanos de verdad. No son simples “objetos” traídos a la memoria para maquillar y acicalar estadísticas. El ingreso per cápita no puede ser mas la falsa y quimérica medida de nuestra realidad. Pocos lo tienen todo, algunos tienen poco y muchos no tienen nada. La matemática de la jungla es la que produce avalanchas sociales. No podemos seguir alimentando al FMI con el hambre de nuestros compatriotas. La justicia social no se consigue con los tributos de un pueblo exprimido. No podemos continuar con esa parodia disimulada que se apuntala en los menos favorecidos. No podemos seguir financiando el despilfarro de nuestros endebles gobiernos y de la clase política, escurriendo a los desempleados y a los asalariados. Allí esta la cuna de la violencia, de la guerrilla, del paramilitarismo, de la intolerancia, del sicariato, de la trifulca social.
Los neoliberales se diferencian de los liberales salvajes, en el concepto de la liberalidad. Su infundíbulo deforme y desproporcionado, acapara las ganancias para los usureros del poder y esos son muy pocos. Pero distribuye las pérdidas entre todos. Pero entre todos significa: entre todos los otros. Ya lo vivimos una vez, cuando tras años con ganancias de cifras colosales todo fue para ellos. Cuando por sus malos manejos estuvieron quebrados, todos pusimos y no nos devolvieron nada. Es el juego del Monopolio llevado a la realidad. Por eso se cocina a diario el caldo amargo de una nación sin dolientes. Vivimos el país del refajo: Pola Cola. Por eso ¡No mas al secuestro!
Si.¡No mas al secuestro! Y hablo de los miles de colombianos secuestrados por la intolerancia y el miedo. Hablo de los compatriotas que despiertan cada mañana secuestrados por el hambre y la desesperanza; de nuestros hermanos que se baten a diario por que tienen secuestrada la posibilidad de una comida. Hablo de los secuestrados por una noche sin techo a la que sigue otra noche en penumbra al arbitrio de los cambios del clima. De los prisioneros de claros-oscuros de lunas acompañadas por el implacable desabrigo que los cobija. No más al secuestro de nuestros hermanos que viven en condiciones infrahumanas a la intemperie.
¡No más al secuestro! Y hablo del secuestro de las posibilidades para los niños que viven en la calle. Ellos sufren las consecuencias del secuestro de las obligaciones Constitucionales. Niños secuestrados por el analfabetismo, la indigencia, el parabrisas fortuito. Niños secuestrados por la mendicidad, el maltrato, el abandono y la mirada indolente de los que pasan por su lado. Niños que crecen con los sueños secuestrados y la risa encarcelada. Niños secuestrados por la falta de familia o de un Estado que cumpla con sus responsabilidades. Un Estado donde se hable menos y se haga más. En fin, no más al secuestro de las ilusiones de la edad primera, donde se forja el futuro de nuestra Nación. Con estos niños en la calle, y no de la calle como suelen llamarlos, que podemos esperar del futuro?. Como poder hacerlos culpables de sus desvíos, si se les negó el derecho a crecer con dignidad?
¡No más al secuestro! Y hablo del secuestro de la libertad de expresión por parte de los intolerantes de todas las corrientes y de todos los extremos. Del secuestro de la verdad por parte de las enciclopedias de la ignorancia que guarda la televisión con su cúmulo de mentiras y desviaciones. Del secuestro de los derechos fundamentales. Del secuestro de la verdad y la transparencia. Del secuestro de la palabra y el derecho al desacuerdo. Del secuestro de la dignidad por parte de los dirigentes y sus poli-empresas de clientelismo o muerte. No más a todas las manipulaciones de una Nación herida y maltratada por la desigualdad y la indiferencia.
De paso mi solidaridad con los doblemente secuestrados, que permanecen privados de su libertad y abandonados por un gobierno tan impotente como no solidario y olvidados por una sociedad indiferente.
En fin, por un ¡Colombia, Si futuro!: ¡No mas al secuestro!
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