sábado, junio 07, 2008

PAZ A LA BOLA




Paradójico que el país este tan mal y sin embar
go, le parezca a muchos que está muy bien, que estamos mejor que nunca, que así vamos perfecto. Paradójico que una parte de la gente crea que todo ha mejorado, hipnotizada por estadísticas sofisticadas, que muestran mal la realidad colombiana, hoy relegada a una república de encuestas de popularidad y no de realidades sentidas de la gente. Mas o menos un gobierno al estilo de los reinados de Cartagena, hecho de muchas farsas, y mucha fanfarria, para mostrar lo exterior y hacer seguir pasando desapercibido lo que sucede en la realidad cruda de millones d colombianos.
Es paradójico que un gobierno que se ufana de tantas glorias publicitadas por los canales privados de televisión que adulan al presidente, por el interés que tiene sus empresas en los contratos que dependen del gobierno del presidente al que adulan.
Es mas paradójico aun, que hagan impresionantes campañas de publicidad para vender la imagen de buen gobierno, y sin embargo los colombianos en su gran mayoría sigan tan sometidos a tanta injusticia, a tanta pobreza, a tanto desplazamiento, a tanta persecución y muerte, pero tengamos tantos problemas que no se ven en su verdadera dimensión y en su maltrecha realidad, con el espejismo que logra esconder debajo de superficiales situaciones de bienestar, la realidad contundente de el gran país pobre y no viable que tenemos. 
En fin, que paradójico que el país tenga tantas cosas malas, con tantas cosas tan buenas, que nos quieren decir tenemos y vivimos. Que poco claro que no seamos realistas y vivamos la fantasía de creer de verdad que todo esta mejor, porque la guerra ahora es de verdad, los guerreros son muchos, el dinero invertido en ella es incalculable ya, y los muertos no son solo los de la insurgencia y el paramilitarismo, dos actores de vergüenza, sino los del Estado, que amparado en la Seguridad Democrática, que puede producir el efecto de la muerte, pero legal. Que cosa peor que combatir la muerte con la muerte, la traición con traición, la delincuencia con métodos iguales, como en los tiempos en los que la ley no existía y la del mas fuerte, del mas violento y del mas vengativo terminaba imponiéndose.
Imponiéndose temporalmente, porque mientras no se solucionen los problemas que dieron nacimiento a esos monstruos que acaban con nuestra población civil, siempre tendremos millones de colombianos viviendo en la desesperanza, con un futuro cerrado y un pensamiento de no futuro, en el cual volverán a levantarse, contra el que consideren opresor.
Cuando seamos los mas honestos, cuando respetamos el medio ambiente, cuando nos preocupamos por el vecino y nos duela el hermano que esta en dificultades. Cuando no nos matemos, cuando los problemas de la muerte no se combatan con la muerte, cuando la violencia encuentre una muralla de resistencia pacífica. Ese día comenzaremos a edificar la paz.
Cuando tengamos un Estado sensato, que invierta todo lo que invierte para la industria de la muerte, en los cimientos sobre los cuales se pueden levantar los estandartes de la paz y de la libertad, edificada con la justicia social. Cuando no seamos indiferentes con el dolor ajeno, ni sigamos indolentes con el espectáculo miserable de los niños en la calle, de las escuelas sin recursos, de los hospitales en quiebra, de las licoreras creciendo, de la salud cerrando, de los niños trabajando y no estudiando. 
Cuando nos preocupen mas los desempleados que los guerreros. Cuando la plata invertida en muerte, se invierta en bienestar y vida. Cuando la dignidad valga mas que una libra de alcaloide o una delación. Cuando el chisme no sea mas una política de Estado. Cuando la honra ajena no sea mas el objetivo a destruir. Cuando no envidiemos a los que triunfan, pero nos duelan los que tienen fracasos.
Cuando nos dolamos del mendigo, de la niña en la prostitución, del tráfico de personas, de las mujeres y de los niños maltratados, olvidados, ignorados y con hambre. Cuando no tengamos secuestros de ninguna categoría. Cuando el secuestro desaparezca de nuestra realidad, como un mal que es mercancía para unos y terquedad para otros, mientras los secuestrados se mueren olvidados en las selvas.
Cuando logremos cambiar la tendencia al fanatismo y no tengamos mas industrias de muerte, legales o ilegales. 
En fin, cuando la vida valga algo en Colombia, entonces no permitiremos que nos hablen mas paja ni nos digan mentiras. Cuando cambiemos el rítmico sonido de las metralletas, por el de unas palabras, que al fin le digan a las cosas por su nombre, y tengamos claro que es lo que debemos y queremos ser, como una obligación generacional para que el presente no se pierda, como se perdió el pasado, y el futuro tenga la posibilidad quimérica de la esperanza que tanto necesitamos exaltar, para no perder la ilusión de un mañana mejor.
Cuando la amistad sea mas importante que la complicidad y la honestidad mas importante que la política. Cuando tengamos sensibilidad y vivamos conmovidos y no anestesiados o hipnotizados, disfrutando la muerte de otros colombianos, esa enfermedad social profunda, contagiosa y crónica que padecemos. 
Entonces ese paraíso del que hablan en los programas institucionales, ese paraíso que promocionan con emoción el presidente, los gobiernistas y los hinchas furibistas y furibundos, entonces y solo entonces, tal vez este país sea viable. 
Mientras tanto, da pena decirlo, que tristeza de Colombia y que pena de nuestros hijos y del futuro que les espera en esa Colombia maltratada y no viable. Esta Colombia hermosa que ha sido arrasada por los violentos, mutilada por los asesinos, dominada por los narcotraficantes, secuestrada por los insurrectos y por los que participan en la guerra, con igual violencia, aunque crean que no es violencia porque tiene el pasaporte insensato de legalidad.
Una Colombia justa y digna se puede levantar sobre los cimientos del perdón, pero no sobre las fosas del olvido.

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