jueves, enero 10, 2008

NO MAS SECUESTROS

Porque los colombianos sentimos a diario la perdida de la libertad y el desequilibrio entre los derechos y los deberes, vivimos secuestrados. Si, secuestrados de muchas maneras. Secuestrados por el régimen y el sistema. Secuestrados por la intolerancia, el sectarismo y la intransigencia. Secuestrados por la desigualdad, secuestrados por la injusticia, la iniquidad y el desafuero.
Florecen en el horizonte nuevas posibilidades. Tenemos tanta necesidad de justicia social como de pan cotidiano. No podemos edificar una nación sobre los escombros que han ido quedando arrumados en todos los rincones. No podemos levantar un nuevo país sobre el pozo séptico que tenemos destapado. No podemos olvidar, para con la complicidad de la amnesia, colocar una frágil tapa de cascarones de huevo sobre la fosa común en que se convirtió Colombia. Sería precipitar el próximo desplome. Y hundirse en un pantano es tener asegurado un baño sucio e indecente. Nuestra historia se ha escrito con la purulencia de las heridas de nuestros compatriotas. Necesitamos recordar y mantener viva la memoria. ¡Perdón si, olvido no! Los pueblos que olvidan, repiten los errores del pasado.
El derroche de los burócratas de ayer no puede seguir siendo pagado por los asalariados de hoy. El nuevo país no puede edificarse con mano dura y corazón petrificado. Obliga despertar la solidaridad con los menos favorecidos. No pueden seguir costeando con su trabajo o su desempleo, el derroche que otros hicieron y siguen haciendo. No puede haber justicia en un país que no se duele de su clase media e ignora a sus pobres. La equidad y la legalidad no son posibles en un país que sofocó su clase trabajadora. No podemos construir la paz en un país que discrimina a esa gran mayoría de colombianos indigentes y sin recursos. Son nuestros hermanos. Pero son nuestros hermanos de verdad. No son simples “objetos” traídos a la memoria para maquillar y acicalar estadísticas. El ingreso per cápita no puede ser mas la falsa y quimérica medida de nuestra realidad. Pocos lo tienen todo, algunos tienen poco y muchos no tienen nada. La matemática de la jungla es la que produce avalanchas sociales. No podemos seguir alimentando al FMI con el hambre de nuestros compatriotas. La justicia social no se consigue con los tributos de un pueblo exprimido. No podemos continuar con esa parodia disimulada que se apuntala en los menos favorecidos. No podemos seguir financiando el despilfarro de nuestros endebles gobiernos y de la clase política, escurriendo a los desempleados y a los asalariados. Allí esta la cuna de la violencia, de la guerrilla, del paramilitarismo, de la intolerancia, del sicariato, de la trifulca social.
Los neoliberales se diferencian de los liberales salvajes, en el concepto de la liberalidad. Su infundíbulo deforme y desproporcionado, acapara las ganancias para los usureros del poder y esos son muy pocos. Pero distribuye las pérdidas entre todos. Pero entre todos significa: entre todos los otros. Ya lo vivimos una vez, cuando tras años con ganancias de cifras colosales todo fue para ellos. Cuando por sus malos manejos estuvieron quebrados, todos pusimos y no nos devolvieron nada. Es el juego del Monopolio llevado a la realidad. Por eso se cocina a diario el caldo amargo de una nación sin dolientes. Vivimos el país del refajo: Pola Cola. Por eso ¡No mas al secuestro!
Si.¡No mas al secuestro! Y hablo de los miles de colombianos secuestrados por la intolerancia y el miedo. Hablo de los compatriotas que despiertan cada mañana secuestrados por el hambre y la desesperanza; de nuestros hermanos que se baten a diario por que tienen secuestrada la posibilidad de una comida. Hablo de los secuestrados por una noche sin techo a la que sigue otra noche en penumbra al arbitrio de los cambios del clima. De los prisioneros de claros-oscuros de lunas acompañadas por el implacable desabrigo que los cobija. No más al secuestro de nuestros hermanos que viven en condiciones infrahumanas a la intemperie.
¡No más al secuestro! Y hablo del secuestro de las posibilidades para los niños que viven en la calle. Ellos sufren las consecuencias del secuestro de las obligaciones Constitucionales. Niños secuestrados por el analfabetismo, la indigencia, el parabrisas fortuito. Niños secuestrados por la mendicidad, el maltrato, el abandono y la mirada indolente de los que pasan por su lado. Niños que crecen con los sueños secuestrados y la risa encarcelada. Niños secuestrados por la falta de familia o de un Estado que cumpla con sus responsabilidades. Un Estado donde se hable menos y se haga más. En fin, no más al secuestro de las ilusiones de la edad primera, donde se forja el futuro de nuestra Nación. Con estos niños en la calle, y no de la calle como suelen llamarlos, que podemos esperar del futuro?. Como poder hacerlos culpables de sus desvíos, si se les negó el derecho a crecer con dignidad?
¡No más al secuestro! Y hablo del secuestro de la libertad de expresión por parte de los intolerantes de todas las corrientes y de todos los extremos. Del secuestro de la verdad por parte de las enciclopedias de la ignorancia que guarda la televisión con su cúmulo de mentiras y desviaciones. Del secuestro de los derechos fundamentales. Del secuestro de la verdad y la transparencia. Del secuestro de la palabra y el derecho al desacuerdo. Del secuestro de la dignidad por parte de los dirigentes y sus poli-empresas de clientelismo o muerte. No más a todas las manipulaciones de una Nación herida y maltratada por la desigualdad y la indiferencia.
De paso mi solidaridad con los doblemente secuestrados, que permanecen privados de su libertad y abandonados por un gobierno tan impotente como no solidario y olvidados por una sociedad indiferente.
En fin, por un ¡Colombia, Si futuro!: ¡No mas al secuestro!

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