Nadie escucha el clamor que se susurra en medio de la hostilidad, pidiendo paz. Casi todos entienden de la guerra y del conflicto. El grito fue acallado. El silencio es el gran cómplice. De nada valen los lamentos. Nadie escucha. Nadie quiere escuchar.
Los actores son sordos. La institucionalidad es ciega. Los afectados nos volvimos mudos. La desesperanza ha llegado al paroxismo, enajenada con furia y con violencia. La intimidación toca todas las puertas, que indivisas se abren de par en par, al paso del terror y de su saña. Las que no se despliegan, caen estrepitosamente y lo hacen pisando, abatiendo, aniquilando. Hemos perdido la audacia y el ensueño. Son los rezagos de la operación pánico, que con su atrevimiento ha engendrado el terror y el desaliento. Estamos todavía viviendo la ¨horrible noche¨ que en una estrofa de nuestro himno nacional cantaron que cesó.
En este borroso panorama nadie escucha, nadie ve, nadie habla. Los mensajes que se escuchan en los altavoces de nuestra vida cotidiana son terriblemente confusos. El manejo político los hace incomprensibles. Es un juego de ¨tira y afloje¨, donde los contrincantes de la insurgencia y el para-estado ¨tiran¨ mas de lo que ¨aflojan¨, el Estado ¨afloja¨ mucho mas de lo que ¨tira¨ y la gente del común ve inane que se la ¨tiran¨ y no la ¨aflojan¨.
Estamos sobre diagnosticados. Lo que esta escrito por eruditos y profanos sobre el tema, no cabe en los anaqueles de la Biblioteca Nacional. Letra muerta. La paz nace en el corazón como reflejo de buena voluntad y empeño serio. La paz no es un experimento que pueda hacerse en el terrible laboratorio de la guerra, bajo el fuego cruzado de los contrarios que proclaman un armisticio, hipotético arreglo de reconciliación, y una tregua irreal y no guardada. La paz se trabaja con perdón, no con olvido.
La paz no puede construirse como lo pretenden, sobre los escombros ensangrentados de la guerra fratricida y sin sentido que hemos llevado a cuestas por muchos años. Hacerlo así, por decreto, sería colocarle tierra manchada a la memoria de nuestros compatriotas muertos en las avalanchas de la violencia demencial en que vivimos.
La Reincorporación como está concebida al estilo de nuestro Presidente, es una patente de corzo que lleva directo a la impunidad. Maldita impunidad. Abominable impunidad.
No puede un gobernante sensato hacer olvidar por decreto la infamia de los violentos. Su poder es nimio para pretender eso. Que dedique su tiempo a estudiar soluciones verdaderas a los problemas crónicos de Colombia . Los problemas que la hacen fértil terreno para la violencia.
Que los guerrilleros alienados, atrincherados en una fuerza revolucionaria inexistente e insostenible, no sigan actuando a la sombra de una falsa revolución colombiana. Ideología de fachada para mantener un emporio de destrucción y muerte.
Que las Auto defensas entiendan que no es con muerte al por mayor y al detal como se solucionan los problemas del país. Que a la violencia infame de los unos, no se puede oponer abanderada, la infame violencia de los otros.
Que no mientan mas, jugando a comensales de la paz, cuando han sido hoteleros de la muerte. Que entendamos todos, que los extremistas de derecha o de izquierda son mercaderes de muerte, que se benefician con ella, con el caos, la incertidumbre y el miedo que producen. Que los argumentos filosóficos en los que sustentan sus agrupaciones, tienen olor a ropa vieja y esencia de algarrobo podrido.
Cuando un Presidente ofrece para los del ELN las prebendas que ha ofrecido, entonces se derrumba la constitucionalidad. ¿Cómo puede insinuar siquiera que los actores intelectuales y materiales de grandes tragedias, se conviertan al amparo de su mano reblandecida, en multiplicadores y actores de la paz. ¡Acuerdos humanitarios, si. Impunidad, no!. El Presidente juro cumplir y hacer cumplir las leyes. ¡Pues que las cumpla!
Hay necesidad de replantear el estado de las cárceles, y quienes las habitan. En ellas, además de muchos que pagan caros sus delitos baratos, hay pocos que pagan baratos sus delitos caros. Son en algunos casos como clubes o cooperativas formadas a la brava. Tienen patios estratificados en la realidad, no de acuerdo con los delitos, sino con la capacidad económica del reo. En ellas, las diferencias son evidentes, entre quienes tienen poder y quienes no lo tienen. Ahora, el Presidente ha propuesto libertad para los del ELN para que se conviertan en ¨multiplicadores de la paz¨. Que ingenuidad la del mandatario. La mano es dura, el corazón es blando dicen, pero su ingenuidad blandengue e inexcusable.
Esas orgías de negociaciones, preanuncian mas guerra. Guerra en el campo, donde los campesinos no tienen que sembrar o pierden sus plantíos. Guerra en las ciudades, con los ejércitos de desempleados , listos para la guerra de conciencias dolidas por el abandono, la injusticia, el hambre y la indiferencia. Guerra en las calles, donde los niños viven al amparo de las noches frías y el hambre permanente. Guerra en los andenes, donde los desempleados ven todos los días el paso de la injusticia y sus rezagos. Guerra de conciencias. Trifulca de las personas que ven su dignidad y su esperanza pisoteadas, por los juegos políticos de hombres que van como tramoyistas de circo, cambiando el libreto de la constitucionalidad y de la ley a diario.
Entonces, cobijados con la sombra débil del hombre fuerte, se pregunta uno, si en Colombia es verdad aquello de que el crimen no paga. Eso de que la justicia cojea pero llega. No pagará? Si llegará?. En fin, la paz no puede construirse sobre los cimientos de una guerra estúpida, para la que hoy hay alternatividad, reincorporaciones e indultos disfrazados de ejercicios civilistas . La pretendida alianza es friable y quebradiza.
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