viernes, noviembre 23, 2007

POLITICA DE SIAMESES



Siamés es el oriundo de Siam. Es además un antiguo idioma. Siameses son los hermanos gemelos, que nacen unidos por alguna parte de sus cuerpos. Las hermanas iraníes están siendo operadas en Singapur, para intentar separarles la cabeza. Tienen un aumento de presión que hizo necesaria la intervención, como algo vital. No es una situación cosmética o frívola. Los nacimientos de siameses son una eventualidad. Las separaciones son raras, con alto riesgo de complicaciones y de muerte. Ya habían dicho que la cirugía se demoraría mas tiempo del planeado, por la inestabilidad que había causado en las pacientes. El esfuerzo continúo, pero fue en vano, Las siamesas murieron ayer al amanecer.
En Colombia tenemos una situación al revés. El ejecutivo persiste en su afán de presentar al Congreso, una reforma, que es una cirugía política. Se trata aquí de unir por la cabeza las ramas de nuestra organización como Estado, para dejar sueltas las patas, y meterlas hasta el fondo, en la muestra máxima, de nuestro paroxismo de ocasión, que cada Jefe de Estado pregona y quiere dejar como su ejecutoria mayor. Que horror. Es el nacimiento del mas temible de los poderes. Un país presidencialista, que en cabeza del Primer Magistrado de la Nación, quiere concentrar el poder omnipresente y omnipotente, en si mismo. Es eliminar la independencia que necesitan el Legislativo y el Judicial, del poder Político. Es la edición del Estado Siamés.
Estamos a las puertas de la formación de un ente deforme, que le quita la razón de ser al Estado de Derecho y a la Democracia participativa. Porque democracia, es lo contrario de lo que esta pasando, cuando los que se creen los mejores determinan, como debe ser manejado este redil de ovejas, insuficientemente oído y muchas veces menospreciado en sus clamores ciudadanos.
Todos los males que tiene el país, los deriva de los políticos y de sus políticas. Nada sería mas insensato que entregarle al ejecutivo la capacidad de manipular el poder judicial, que pierde toda la capacidad reguladora, para ser cedazo, para que no implantemos una tiranía vestida de civil, en un país donde la personalidad de dictador, le brota por los poros a buena parte de los políticos que nos han gobernado, contrariando las ordenes del su nominador, que no fue otro que el pueblo.
¿Que podemos esperar de una rama judicial dependiendo del ejecutivo?. Nada distinto a determinaciones en política y no en derecho. Y entonces, Colombia no sería lo que se dijo en la Constitución del 91, si no, un estado social sin derecho. Pero como además se quiere reformar el legislativo, en el mismo orden en el que se han ido solapadamente dando soluciones a las empresas del estado, para después acabarlas, dejará de ser social. El legislativo no será nada mas que una mano mecánica del ejecutivo. Se acabará la razón de ser de una democracia, donde ya no caben ni el pluralismo ideológico, ni la confluencia de desacuerdos, ni el cuestionamiento a políticos y políticas. Solo será un Estado, en lamentable estado además.
Nuestra realidad no tiene dolientes. La calentura se trata en las sabanas. Tenemos el más alto índice de desempleo del mundo. Son realmente cerca de 9 millones de colombianos, los que no tienen oportunidad de acceder al mercado laboral. Las cifras de desempleo, se maquillan con el subempleo, que no permite soluciones de fondo, y mantiene la conciencia de nuestros dirigentes, contenta y aliviada. Y ese alivio es temporal en los dos sentidos de la palabra. Temporal en el tiempo, porque la gente tiene un límite de aguante que ha sido superado, y que tarde o temprano, romperá el dique, y nos colocará previsiblemente frente a la violencia que produce el hambre y la desigualdad. Y temporal como fenómeno inesperado, que no solo es perturbación persistente, sino anuncio de lluvias, en este caso de conciencias dolidas.
A eso agreguemos, que somos el país con mayor carga tributaria en el mundo y quedo cerrado el círculo, para preguntarse, si la popularidad del actual gobierno es real o sofisticadamente engañosa, con una autoridad que no ha demostrado servir para solucionar los verdaderos males del país. Hacer las cuentas no es difícil. Lo evitamos, porque hacerlo nos muestra un panorama desolador, casi apocalíptico. Con cerca de tres millones de desempleados, con seis millones de subempleados, tenemos una población estimada de 27 millones de personas que viven en la pobreza absoluta. A esto sumemos los cerca de 8 millones que viven en Colombia, directa o indirectamente de la guerra, y tenemos una población de 35 millones de personas que no hacen parte del mundo laboral productivo. Colombia vive de una población productiva real que es mínima, y que todos los días esta mas asfixiada, por un Estado parásito, que se convierte en un socio que nadie quiere tener, que no trabaja, que no produce, que solo consume y despilfarra, por cuenta de los contribuyentes atribulados, que no soportan mas el ordeño permanente a que lo someten, cuando ve con desesperanza que nada se hace efectivo para acabar con la corrupción.
Un país que dedica todo sus esfuerzos para la guerra interna; que no soluciona los problemas de la gente; que no reactiva el campo; que no estimula la vocación agropecuaria y pastoril de sus campesinos; que no cuida sus indígenas, sus niños, sus ancianos y su gente; es un país no viable. Esperemos cuanto dura el estertor de este siamés, que con la algarabía y engaño de los magos y la popularidad que da la guerra, esta llevándonos directo al desfiladero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coincido ciento por ciento con este artículo. Muy buen cuadro de situación de la realidad colombiana.