SER TUBO O NO SER TUBO ESA ES LA CUESTIÓN
N.N.
N.N.
Tubo es una palabra derivada el latín tubus, sustantivo masculino que significa en la primera acepción del vernáculo lingüístico: pieza hueca, de forma por lo común cilíndrica, generalmente abierta por ambos extremos।
Cuando vemos el día a día, en la rutina somnolienta, paralizante e hipnotizadora de nuestro acontecer, nada importa, nada conmueve; de nada se duele y con nada se goza. Vivimos repetidos, repitiendo una rutina. Nos convertimos en maquinas humanas que no sienten, que no experimentan nada. Vivimos el tedio diario como si fuera el rol aprendido que nos dejaron los abuelos.
De pronto suena una bomba, se produce una noticia que solo da bombo. Leemos los diarios, vemos en la pantalla el genocidio. Nos acostumbramos insensibles a los cuadros dantescos. La sensación del día, es la caída inerme e indefensa de unos colombianos mas, que bañan con sangre algún rincón de nuestra geografía. Y nada cambia. Es lo mismo en el campo, en el pueblo, en la ciudad; en un bar, en una calle, en una casa, en una montaña. ¿Qué mas da? Tampoco nos conmueve. Registramos una matanza mas y no sentimos nada, porque perdimos la sensibilidad y la vergüenza.
Los portavoces (ventrílocuos) del Gobierno salen de inmediato, con cara adusta y ceño fruncido , simulando una autoridad que no poseen, a dejar bien en claro, ¨…que no permitirán la impunidad, que harán justicia en nombre de la institucionalidad que representan…¨. Pamplinas, la Institución no hace justicia y la impunidad no solo es permitida, sino que es tolerada, en esa actitud complaciente que nos desangra y anemiza a diario. Sobra decir, que todos los días habrá algún funcionario en el papel de títere, repitiendo la estrofa, como un estribillo inocuo e inoperante, que no pone fin a las andanadas de la muerte, que a diario, se producen al por mayor y al detal, en completa impunidad.
Los que conforman los grupos al margen de la ley (es discutible que de la legalidad), que se rigen por sus propias reglas, gritan al unísono y se apresuran, para aclarar que ellos no fueron, porque en Colombia nunca alguien fue.
Aparecen los retratos hablados que no contestan nada y tenemos en cautiverio cantinflesco, fotos y garabatos, esbozos y bosquejos de los supuestos autores materiales, elaborados con las declaraciones inconexas de los ¨testigos de excepción¨, que lo vieron todo, pero que no hicieron nada para impedirlo. ¿Por qué hicimos de nuestra Patria un álbum abarrotado de rostros que tienen perdida la libertad fotográfica, mientras los homicidas, los asesinos, los magnicidas, los parricidas y los delincuentes, gozan de ella y se burlan en sus recónditos escondites de alimañas, de nuestra inaceptable ingenuidad?
Es un indicio claro de nuestra decadencia, de la de nuestras instituciones inermes con armas, la imbecilidad de nuestros dirigentes con su indiferencia e indignidad, y la de los ciudadanos con nuestro silencio, tan sepulcral como la propia muerte। Pero nos aferramos día a día también, al grito acallado que repite en silencio: ¨ESTAMOS TOCANDO FONDO¨. Tenemos la falsa esperanza de llegar al final, para recomenzar de ceros. Así nos acostamos cada noche. Pero es peor la noticia que sigue al otro día, como es igual lo que sentimos hasta ayer: una matanza mayor y una indiferencia peor. ¿Por qué permanecemos inermes cuando estamos equivocados? ¿Dónde perdimos el rumbo y nos adentramos en el camino sin retorno de la indiferencia?.
¿Hay algo que pueda explicar el por qué de una Nación con un mañana que probablemente será peor y por qué estamos tan lejos del fondo que queremos tocar para intentar recomenzar?
¡Si!. Hay un juicio que explica claramente por que no tocamos fondo y, no es otro, que el que dicta la razón, cuando nos grita: ¡QUE NO TENEMOS FONDO!
¿Cómo podemos teorizar sobre un país CANECA, cuando somos un pais TUBO?. ¿Cómo podemos solucionar los problemas de un país que no es cubo, envase o vasija, frasco o botella; cuando somos un túnel, un agujero, un cilindro hueco o un tracto, que como el intestinal tiene abertura en sus dos extremos?
He aquí el problema. Somos un país tubular, intestinal, cilíndrico, sin tapa y sin fondo. Mientras no sea prioridad nacional la de, sobreponiéndonos al ruido de los fusiles y los misiles, los carros bomba, los burros bomba, las voladuras y los estallidos, parar para ponerle al País tubular en que vivimos un fondo, nunca jamás tendremos una Nación viable, porque nos hará falta ese punto al que se llega, ese que se toca para tomar impulso y catapultarse hacia arriba.
El cambio es ahora, pero no como se está haciendo ahora, donde todo se cambió, para seguir igual o peor. ¡No!, el cambio que necesitamos ya, el que no da espera es el de ponerle a este país tubular, hueco e intestinal, un fondo que lo convierta en caneca o cubo.
Solo así podremos pensar en la utopía de ser viables; no sin antes dejar claro que en el tubo deben permanecer los apátridas, que en la institucionalidad o fuera de ella, pescan en el río revuelto de una Nación generosa en la desesperanza, doblegada en la anarquía y sumisa ante los poderes aterrorizadores de la muerte, que manejan de bando y bando, colocando a la SOCIEDAD CIVIL en medio del emparedado de los corruptos oficiales y los corruptos para estatales.
Cuando vemos el día a día, en la rutina somnolienta, paralizante e hipnotizadora de nuestro acontecer, nada importa, nada conmueve; de nada se duele y con nada se goza. Vivimos repetidos, repitiendo una rutina. Nos convertimos en maquinas humanas que no sienten, que no experimentan nada. Vivimos el tedio diario como si fuera el rol aprendido que nos dejaron los abuelos.
De pronto suena una bomba, se produce una noticia que solo da bombo. Leemos los diarios, vemos en la pantalla el genocidio. Nos acostumbramos insensibles a los cuadros dantescos. La sensación del día, es la caída inerme e indefensa de unos colombianos mas, que bañan con sangre algún rincón de nuestra geografía. Y nada cambia. Es lo mismo en el campo, en el pueblo, en la ciudad; en un bar, en una calle, en una casa, en una montaña. ¿Qué mas da? Tampoco nos conmueve. Registramos una matanza mas y no sentimos nada, porque perdimos la sensibilidad y la vergüenza.
Los portavoces (ventrílocuos) del Gobierno salen de inmediato, con cara adusta y ceño fruncido , simulando una autoridad que no poseen, a dejar bien en claro, ¨…que no permitirán la impunidad, que harán justicia en nombre de la institucionalidad que representan…¨. Pamplinas, la Institución no hace justicia y la impunidad no solo es permitida, sino que es tolerada, en esa actitud complaciente que nos desangra y anemiza a diario. Sobra decir, que todos los días habrá algún funcionario en el papel de títere, repitiendo la estrofa, como un estribillo inocuo e inoperante, que no pone fin a las andanadas de la muerte, que a diario, se producen al por mayor y al detal, en completa impunidad.
Los que conforman los grupos al margen de la ley (es discutible que de la legalidad), que se rigen por sus propias reglas, gritan al unísono y se apresuran, para aclarar que ellos no fueron, porque en Colombia nunca alguien fue.
Aparecen los retratos hablados que no contestan nada y tenemos en cautiverio cantinflesco, fotos y garabatos, esbozos y bosquejos de los supuestos autores materiales, elaborados con las declaraciones inconexas de los ¨testigos de excepción¨, que lo vieron todo, pero que no hicieron nada para impedirlo. ¿Por qué hicimos de nuestra Patria un álbum abarrotado de rostros que tienen perdida la libertad fotográfica, mientras los homicidas, los asesinos, los magnicidas, los parricidas y los delincuentes, gozan de ella y se burlan en sus recónditos escondites de alimañas, de nuestra inaceptable ingenuidad?
Es un indicio claro de nuestra decadencia, de la de nuestras instituciones inermes con armas, la imbecilidad de nuestros dirigentes con su indiferencia e indignidad, y la de los ciudadanos con nuestro silencio, tan sepulcral como la propia muerte। Pero nos aferramos día a día también, al grito acallado que repite en silencio: ¨ESTAMOS TOCANDO FONDO¨. Tenemos la falsa esperanza de llegar al final, para recomenzar de ceros. Así nos acostamos cada noche. Pero es peor la noticia que sigue al otro día, como es igual lo que sentimos hasta ayer: una matanza mayor y una indiferencia peor. ¿Por qué permanecemos inermes cuando estamos equivocados? ¿Dónde perdimos el rumbo y nos adentramos en el camino sin retorno de la indiferencia?.
¿Hay algo que pueda explicar el por qué de una Nación con un mañana que probablemente será peor y por qué estamos tan lejos del fondo que queremos tocar para intentar recomenzar?
¡Si!. Hay un juicio que explica claramente por que no tocamos fondo y, no es otro, que el que dicta la razón, cuando nos grita: ¡QUE NO TENEMOS FONDO!
¿Cómo podemos teorizar sobre un país CANECA, cuando somos un pais TUBO?. ¿Cómo podemos solucionar los problemas de un país que no es cubo, envase o vasija, frasco o botella; cuando somos un túnel, un agujero, un cilindro hueco o un tracto, que como el intestinal tiene abertura en sus dos extremos?
He aquí el problema. Somos un país tubular, intestinal, cilíndrico, sin tapa y sin fondo. Mientras no sea prioridad nacional la de, sobreponiéndonos al ruido de los fusiles y los misiles, los carros bomba, los burros bomba, las voladuras y los estallidos, parar para ponerle al País tubular en que vivimos un fondo, nunca jamás tendremos una Nación viable, porque nos hará falta ese punto al que se llega, ese que se toca para tomar impulso y catapultarse hacia arriba.
El cambio es ahora, pero no como se está haciendo ahora, donde todo se cambió, para seguir igual o peor. ¡No!, el cambio que necesitamos ya, el que no da espera es el de ponerle a este país tubular, hueco e intestinal, un fondo que lo convierta en caneca o cubo.
Solo así podremos pensar en la utopía de ser viables; no sin antes dejar claro que en el tubo deben permanecer los apátridas, que en la institucionalidad o fuera de ella, pescan en el río revuelto de una Nación generosa en la desesperanza, doblegada en la anarquía y sumisa ante los poderes aterrorizadores de la muerte, que manejan de bando y bando, colocando a la SOCIEDAD CIVIL en medio del emparedado de los corruptos oficiales y los corruptos para estatales.
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