viernes, junio 07, 2013

LA HUMILDAD QUE NOS FALTA




LA HUMILDAD QUE NOS FALTA

Casi todos, o por lo menos la gran mayoría de colombianos, tenemos una excelente imagen de nuestro país. Alardeamos de ser uno de los primeros productores de café del mundo, ese que consideramos ser el de mas alta calidad en el mercado; ser el primer explotador y tener las mayores reservas mundiales de esmeraldas; tener reservas de petróleo envidiables; poseer reservas de oro inagotables; decir que tenemos una medicina de la mas alta calidad, y tener universidades clasificadas entre las mejores del mundo.
Si bien algunas de estas afirmaciones son ciertas, muchas no lo son. Pero todas estas afirmaciones tienen un punto común: nos mantienen estancados en una conformidad e inamovibles, paradójicamente satisfechos con la situación del país.
Tradicionalmente Colombia, casi todo el continente americano, ha tenido una economía basada en su abundancia de recursos naturales de donde se obtienen materias primas. Esto, el siglo pasado particularmente, le fue de gran valor durante una época, en la cual los beneficios de estas riquezas estaban en niveles muy altos y le permitió posicionarse como una “potencia” regional.
Pero los precios de este sector están siempre en fluctuación constante, lo que pone en una posición muy incomoda, a un país que “vive” de sus productos naturales, el día en que los precios de estos bajen; productos que en el caso de Colombia se exportan en estado bruto. Sumemos a esto el hecho de que las reservas no son infinitas y que algún día terminaremos con estas riquezas.
Pero el desarrollo económico se da realmente gracias al valor agregado que puede producir un país con estos potenciales naturales. Así pues, una manufactura textil solo se queda con al rededor de 10% del valor en el mercado de un prenda, una suma absurda para la parte de la cadena de producción donde se encuentra todo el trabajo. Pero la parte del valor real de un producto alimenticio con la que se queda el agricultor es aún peor. En la industria cafetera, de un café vendido en una tienda Starbucks solo 1% de las ganancias van a los caficultores. Es entonces en este sector, en el que se deben concentrar los esfuerzos del país.
En cuanto a la situación del desarrollo educativo en nuestro país, estamos completamente sesgados y equivocados. Cuando decimos que nuestras universidades, por ejemplo la del Rosario, la Nacional, los Andes, la Javeriana entre otras, son de las mejores del planeta, estamos cayendo en un error grave, colombianismo tonto.
Aunque es claro que la calidad de una institución educativa depende mucho del sujeto, el instrumento que se utiliza hoy en día para comparar las universidades son los “rankings” internacionales. Estos se basan en muchos criterios para hacer sus listas, entre los cuales están: la cantidad de patentes hechas por las instituciones, sus instalaciones, la calidad del cuerpo docente, etc.
En estas, ninguna universidad Colombiana llega a entrar en las 500 mejores del mundo, solo 2 en toda Latinoamérica lo hacen, no son colombianas y se encuentran entre las últimas de la lista. Entonces, si nuestras universidades son tan buenas, por que nuestro continente de mas o menos 300 o 400 millones de personas tiene la misma cantidad de universidades en estas listas que Singapur, un país de 4 millones de habitantes? Si, Singapur, que hasta hace poco tenia menos de la mitad del PIB/hab de Colombia?
En cuanto a la ciencia, es aún peor. Solemos decir que nuestros científicos triunfan en la Nasa y en las instituciones del primer mundo, pero en realidad los latinoamericanos representamos una ínfima parte de estas instituciones, con menos de 1% de latinoamericanos en ellas y en las grandes instalaciones de empresas informáticas como Microsoft.

Por esto es que Colombia necesita “despertarse”, darse cuenta de la realidad en la que vive, decirnos a nosotros mismos: “Japón, China, Singapur, entre otros muchos, lo están haciendo mucho mejor que nosotros ¿que podemos hacer para llegar a su nivel?”.
El miedo controlado, si no llega a volverse fobia desmedida, de quedarse atrás puede ser un enorme motor para la innovación en nuestro país. Como le dijo Bill Gates al economista argentino Andrés Openhimer en una entrevista que este le hizo en 2008: “Si creen que ya han llegado a la meta, están fregados. Todos los países deben empezar con humildad. Lo que mas asusta sobre el ascenso de China es su nivel de humildad. Están haciendo las cosas muy bien y, sien embargo, tienen una humildad asombrosa. […] Esta tendencia a la humildad, que algún día van a perder, les esta ayudando enormemente”

Flavio Restrepo Santacoloma

1 comentario:

Anónimo dijo...

Primer artículo de este joven de 16 años.
Nace una pluma culta y afilada