LA
HUMILDAD QUE NOS FALTA
Casi todos, o por lo menos la gran mayoría de
colombianos, tenemos una excelente imagen de nuestro país. Alardeamos de ser
uno de los primeros productores de café del mundo, ese que consideramos ser el
de mas alta calidad en el mercado; ser el primer explotador y tener las mayores
reservas mundiales de esmeraldas; tener reservas de petróleo envidiables;
poseer reservas de oro inagotables; decir que tenemos una medicina de la mas alta
calidad, y tener universidades clasificadas entre las mejores del mundo.
Si bien algunas de estas afirmaciones son
ciertas, muchas no lo son. Pero todas estas afirmaciones tienen un punto común:
nos mantienen estancados en una conformidad e inamovibles, paradójicamente
satisfechos con la situación del país.
Tradicionalmente Colombia, casi todo el
continente americano, ha tenido una economía basada en su abundancia de recursos
naturales de donde se obtienen materias primas. Esto, el siglo pasado
particularmente, le fue de gran valor durante una época, en la cual los
beneficios de estas riquezas estaban en niveles muy altos y le permitió
posicionarse como una “potencia” regional.
Pero los precios de este sector están siempre
en fluctuación constante, lo que pone en una posición muy incomoda, a un país
que “vive” de sus productos naturales, el día en que los precios de estos
bajen; productos que en el caso de Colombia se exportan en estado bruto.
Sumemos a esto el hecho de que las reservas no son infinitas y que algún día
terminaremos con estas riquezas.
Pero el desarrollo económico se da realmente
gracias al valor agregado que puede producir un país con estos potenciales
naturales. Así pues, una manufactura textil solo se queda con al rededor de 10%
del valor en el mercado de un prenda, una suma absurda para la parte de la
cadena de producción donde se encuentra todo el trabajo. Pero la parte del
valor real de un producto alimenticio con la que se queda el agricultor es aún
peor. En la industria cafetera, de un café vendido en una tienda Starbucks solo
1% de las ganancias van a los caficultores. Es entonces en este sector, en el
que se deben concentrar los esfuerzos del país.
En cuanto a la situación del desarrollo
educativo en nuestro país, estamos completamente sesgados y equivocados. Cuando
decimos que nuestras universidades, por ejemplo la del Rosario, la Nacional,
los Andes, la Javeriana entre otras, son de las mejores del planeta, estamos
cayendo en un error grave, colombianismo tonto.
Aunque es claro que la calidad de una
institución educativa depende mucho del sujeto, el instrumento que se utiliza
hoy en día para comparar las universidades son los “rankings” internacionales.
Estos se basan en muchos criterios para hacer sus listas, entre los cuales están:
la cantidad de patentes hechas por las instituciones, sus instalaciones, la
calidad del cuerpo docente, etc.
En estas, ninguna universidad Colombiana llega
a entrar en las 500 mejores del mundo, solo 2 en toda Latinoamérica lo hacen,
no son colombianas y se encuentran entre las últimas de la lista. Entonces, si
nuestras universidades son tan buenas, por que nuestro continente de mas o
menos 300 o 400 millones de personas tiene la misma cantidad de universidades
en estas listas que Singapur, un país de 4 millones de habitantes? Si,
Singapur, que hasta hace poco tenia menos de la mitad del PIB/hab de Colombia?
En cuanto a la ciencia, es aún peor. Solemos
decir que nuestros científicos triunfan en la Nasa y en las instituciones del
primer mundo, pero en realidad los latinoamericanos representamos una ínfima
parte de estas instituciones, con menos de 1% de latinoamericanos en ellas y en
las grandes instalaciones de empresas informáticas como Microsoft.
Por esto es que Colombia necesita
“despertarse”, darse cuenta de la realidad en la que vive, decirnos a nosotros
mismos: “Japón, China, Singapur, entre otros muchos, lo están haciendo mucho
mejor que nosotros ¿que podemos hacer para llegar a su nivel?”.
El miedo controlado, si no llega a volverse
fobia desmedida, de quedarse atrás puede ser un enorme motor para la innovación
en nuestro país. Como le dijo Bill Gates al economista argentino Andrés
Openhimer en una entrevista que este le hizo en 2008: “Si creen que ya han
llegado a la meta, están fregados. Todos los países deben empezar con humildad.
Lo que mas asusta sobre el ascenso de China es su nivel de humildad. Están
haciendo las cosas muy bien y, sien embargo, tienen una humildad asombrosa. […]
Esta tendencia a la humildad, que algún día van a perder, les esta ayudando
enormemente”
Flavio Restrepo Santacoloma
1 comentario:
Primer artículo de este joven de 16 años.
Nace una pluma culta y afilada
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