La historia de nuestra maltratada Patria es bien curiosa;
tanto cuanto cínica y despiadadamente saqueada y vulnerada por aquellos, que
como piratas, o capitanes filibusteros, han estado siempre en disposición para
desplumarla, atracarla y robarla en nombre de una mal entendida democracia, que
les hace creer la fantasía de ser amos y señores de una Nación digna; que entre
otras cosas y en buena parte por ellos, es mirada con recelo internacional,
malquerida internamente, y señalada como uno de los mayores emporios de
corrupción en el mundo.
Estos llamados ¨padres¨ de la Patria, con las excepciones
que confirman la regla, son amorales o inmorales por naturaleza; ladrones de
alto vuelo por convicción y costumbre; atracadores del erario público, al que
pueden saquear sin freno o control, solo porque tienen la convicción íntima,
pero equivocada, de que el país les pertenece y la Patria se les debe. Tamaña
estupidez.
Desde el descubrimiento de América, y el dominio que
ejerció sobre el Nuevo mundo, la España que llaman Madre Patria solo preocupada
por el oro, esta tierra ha sido saqueada en nombre de la conquista, la libertad
y la democracia. Los que con mas coraje que armas, fraguaron y lucharon las
gestas libertadoras, fueron hombres nacidos en la Nueva Granada, que dedicaron
su vida y la entregaron al servicio de la emancipación, la libertad y la unión.
Esos adalides compusieron un ejercito de hombres fieles a la causa que los
movía, en procura de su ideal
libertario, para cortar los grilletes y abolir la esclavitud. Bástenos citar a:
Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, el Mariscal Sucre, Atanacio
Girardot, Antonio Nariño, Francisco José de Caldas, entre otros, para entender
la envergadura de los prohombres, que hicieron posible nuestra libertad y
nuestra independencia; la estructura de los derechos humanos y los primordios
de una nación que seguía los principios del derecho Romano, la filosofía
Griega, los códigos Napoleónicos, y se estructuraba en el respeto a lo que hoy
se llama la autodeterminación de los pueblos.
Pero Colombia, definida En la Constitución Política, como
un: ¨Estado Social de Derecho¨, tiene muchas cosas torcidas; y los que
pertenecen a las corporaciones que la manejan, lo tienen casi todo retorcido.
Los Servidores públicos, que en nobilísima semántica, significa: ¨…personas que
sirven como criados…¨; han metamorfoseado el significado de sus funciones y la
verdadera envergadura de su posición, para convertirse en amos y señores de lo
que no les corresponde, y en consecuencia adueñarse a las malas, de una
propiedad que les es ajena. Por eso entre otros de los muchos que se pusieron,
se auto-adjudicaron el nombre de PADRES DE LA PATRIA. Que para ellos no es
nombre, sino remoquete o apodo. ¡Son estos, desde el punto de vista de lo
público los padres sin hijos!. Viven su vida desde las perspectivas del
alejamiento constante y el pretérito imperfecto, de una sicología basada en la
ambición desmedida, y el apetito voraz e insaciable que les produce la bulimia,
o hambre canina del poder.
A estos ¨padres¨ que conforman buena parte del andamiaje
de la burocracia insaciable e inútil: en el Senado, La Cámara, Las Dumas
Departamentales y los Consejos Municipales, se debe en buena parte la
descomposición social, y la anarquía que vivimos los colombianos. Son actores
de reparto, en el drama diario de nuestra violencia ancestral y artífices de la
misma, cuando convirtieron nuestra Patria en un gran latifundio, donde podían,
y siguen pudiendo, manejar la Cosa Pública a su antojo, sin mas limites que los
impuestos por su amoralidad o inmoralidad, resistente a todo intento de
control. Es en buena parte a esa plaga de delincuentes de cuello blanco,
atrincherados en su impunidad, disfrazada de inmunidad, a la que se debe el
desbordamiento de la delincuencia organizada y desorganizada que carcome cada
rincón del territorio Nacional. A ellos se debe el nacimiento y fortalecimiento
de la guerrilla, el engendro del paramilitarismo, el crecimiento desmedido de
la delincuencia común, la perdida del control sobre esa unión perversa de la
narco-política.
En fin a esos caballeros de industria de la política, a
quienes les dio por autoproclamarse
¨Padres de la Patria¨, no les cabe la posibilidad de analizarlos desde
el punto de vista de la paternidad, como un acto responsable, pues carecen de
hijos, y no hay padres sin hijos. Exeptuando aquellos malandrines, inexpertos,
pero ávidos de aprender el arte de la mal habida política, que sin ser sus
hijos, siguen sus lineamientos, y los imitan a la perfección en el retrete del
cacicazgo, convirtiéndose conscientemente y por su propia voluntad en hijos
huérfanos de padres vivos, lo que esta mejor expresado en el vernáculo
lingüístico, como los verdaderos hijos de puta.
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